La escritura como terapia


miércoles, 31 de marzo de 2021

Más madera

Ya escribí en http://pellejudoscorner.blogspot.com/2020/06/como-perros-con-bozal.html?m=1 lo que realmente significaba la imposición del uso de la mascarilla por parte de unos gobernantes de cuya chulería también hablé en http://pellejudoscorner.blogspot.com/2020/04/chulos.html?m=1

Ahora,- después de un año de culpable indolencia , indolencia que continúa con la esperpéntica distribución y administración de la tan esperada vacuna, esa que iba a suponer, según nos vendían, el fin de la pandemia-, resulta que nos premian con más chulería, extendiendo los supuestos de uso obligatorio de la mascarilla hasta el absurdo y fijando su final en el "final de la pandemia", fecha indeterminada que no les compromete a nada. Como si ese final dependiera exclusivamente de nosotros y no de ellos.

Y para rematar su desfachatez, sus "expertos" virólogos, que también deben ser futurólogos, nos piden nuevamente que nos esforcemos, que nos sacrifiquemos para superar la cuarta y sucesivas olas que, sin duda, están por venir. Burla cruel que muestra el desprecio que sienten por el esfuerzo y el sacrificio que, no lo olvidemos,  la mayor parte de la población está entregando generosamente desde hace ya más de un año.

Ya sólo en nuestro ámbito privado parece que estamos libres del uso de la inefable mascarilla. Pero a pocos parece importar. Tal vez sea lo siguiente.  Que entren en nuestras casas, que criminalicen la privacidad, que nos roben la ya escasísima independencia que nos queda, que pisoteen nuestra maltrecha dignidad y que nos despojen de cualquier resto de humanidad.

Dediquemos cinco minutos a pensar, seria y profundamente, en el deterioro que han sufrido nuestras vidas, en todo lo que nos está siendo arrebatado a pesar de nuestro recto proceder y en el cruel castigo que estamos recibiendo al ser culpabilizados injustamente, a través de los medios, por unos servidores del Estado interesados en desviar la atención de una situación por ellos gestionada y de la que en absoluto somos responsables.

Y concluyamos, como no puede ser de otra manera, que consentir este proceder es resignarse a una vida de esclavitud. Es dar por buena la rendición. Es entregarles nuestra alma. Es cambiar vivir por malvivir. Es peor que morir.

Tal vez esta reflexión, que nos debemos a nosotros mismos, a nuestros antepasados que lucharon por darnos una vida mejor y a nuestros descendientes a los que debemos dejar en un mundo alejado de la indeseable alienación a la que parecemos abocados, prenda la mecha de la necesaria y cada vez más urgente reacción.

jueves, 25 de marzo de 2021

Basada en un hecho real

Cuando en la Comunidad de Madrid se estableció normativamente, con su publicación en el BOCM, el uso obligatorio de la mascarilla, se recogieron en esa misma norma excepciones a su uso.

Entre las excepciones contempladas y que continúan vigentes hay dos, que afectan a la práctica de deportes al aire libre y a la permanencia en espacios naturales, que me gustaría recordar. Dicen así:

"NO será obligatorio su uso durante la actividad deportiva al aire libre siempre que pueda garantizarse el mantenimiento de la distancia de seguridad con otras personas no convivientes.
TAMPOCO será necesaria en los espacios de la naturaleza o al aire libre fuera de núcleos de población, siempre y cuando la afluencia de las personas permita mantener la distancia interpersonal de seguridad de, al menos, 1,5 metros."

Pues bien, practicando senderismo (que es una actividad deportiva al aire libre) junto a mi mujer por un espacio natural (una vía verde con una anchura de unos 3 metros) una señora cabrona e hija de puta, perdón por la malsonante pero precisa y necesaria descripción, se ha permitido acercarse a nosotros y recriminarnos el no llevar la mascarilla puesta, ensombreciendo nuestro, hasta ese momento, agradable paseo. A pesar de nuestra respuesta, ponerla de vuelta perejil, el disgusto ya nos lo había dado. Y como quiera que, por civismo y para evitar males mayores, no puedes molerle los huesos a palos, como te pide el cuerpo, la rabia y la indignación que se te queda dentro es fácil de imaginar.

Es tremendamente injusto e indignante que la pandemia haya proporcionado a esta gentuza lerda y amargada la coartada perfecta  para ejercer de infantilizados sátrapas, caprichosos e irracionales. 

Coartada facilitada por los poderes públicos,  encantados de tener tan fieles y sumisos colaboradores. Porque es muy llamativo observar cómo en la web de la Comunidad de Madrid, la misma que estableció la obligatoriedad de la mascarilla al aire libre pese a su bien sabido carácter humillante derivado de su inutilidad, se insiste en el concepto de la obligatoriedad pero se silencia el hecho de que existen excepciones, lo que es una prueba de manipulación tendenciosa de la información. Parece, una vez más, que la captación de los votos de millones de lerdos prima sobre la defensa de los derechos de todos, lerdos o no, en base a la transparencia y la honradez informativa.

Algún día, tanto va el cántaro a la fuente..., estos predicadores colaboracionistas, más papistas que el Papa, pagarán cara su osadía. Mientras tanto, y para no tentar a la suerte, deberían de abstenerse de recriminar, en especial cuando, como en el caso descrito, el comportamiento de los interpelados se ajusta escrupulosamente a la norma.

Por mi parte sólo deseo que la justicia divina, si es que tal cosa existe, castigue con contundencia su insolente crueldad.