La escritura como terapia


martes, 4 de agosto de 2020

La OMS y el Nuevo Orden Mundial

El Nuevo Orden Mundial ya está aquí.

Lo ha desvelado, con la confianza que otorga el saber de la manifiesta incapacidad de las masas para leer entre líneas, el Director General de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Porque, como ya he comentado en otras ocasiones, el Nuevo Orden buscado no es otro que la creación de una sociedad totalitaria de corte orwelliano donde se privilegia a unos pocos a costa de la explotación de una mayoría reprimida a la que se controla por el miedo, un miedo generalizado y atroz alimentado por una continua e inmisericorde manipulación de la información.

Y el miedo a la muerte es el rey de los miedos. Por él, renuncian las masas a un derecho tan básico y necesario como es la Libertad. Y renunciar a la Libertad les convierte en esclavos.

Que la OMS se apunte al carro de la oligarquía dominante y que haga de voceras de sus doctrinas no puede sorprender a nadie. Como buen organismo internacional tiene, al igual que el Banco Mundial por citar un ejemplo, sus servidumbres. Y nunca morderá la mano que le da de comer.

Sólo así, como un anuncio velado del advenimiento del Nuevo Orden Mundial, se pueden entender las aberrantes manifestaciones de este buen señor.

Explicarme, si no, cómo se puede decir que "La pandemia es una crisis sanitaria que ocurre una vez al siglo, cuyos efectos se sentirán durante las próximas décadas" o que "no habrá retorno a la vieja normalidad en el futuro previsible".

Se atreve este gurú de la salud planetaria a comparar los medios económicos y científicos con los que se cuenta en la actualidad con los que había cuando otras pandemias se desarrollaron hace cien, doscientos o quinientos años  y pretende que aceptemos sumisos que esta situación vaya a durar décadas, nótese que es plural lo que supone que habla de un mínimo de 20 años, para a continuación darnos la puntilla asegurando que la vuelta a la normalidad es algo que no va a suceder en un futuro previsible, período de tiempo vago e indefinido que, en todo caso,  suena a amenaza en toda regla.

Y lo peor es que lo dice convencido de que el miedo ya ha hecho su trabajo devastador y que la neutralización de la capacidad de reacción de las masas es un hecho.

No sé a vosotros, pero a mí se me abren las carnes sólo de pensar que tendré que vivir con miedo y con bozal el resto de mi vida. Y que, tras años de lucha, dejaremos como legado a nuestros hijos una terrible y aberrante sociedad.

El señor éste de la OMS, lejos de pararse continúa con su desafortunada, aunque muy esclarecedora, intervención de hace unos días en la línea de que es "una ola grande, que va a subir y bajar” y que "va a ir peor, peor y peor si no se siguen las normas básicas". Miedo, miedo y miedo y balones fuera.

Ni un ápice de autocrítica en una pandemia protagonizada por un virus del que nos llegan informaciones confusas, contradictorias o directamente falsas. Desinformación, en suma. Y si a la desinformación la aderezamos con una pizca de ignorancia, tenemos la receta mágica para perpetuar la dominación por el miedo. Para instaurar, - porque somos indisciplinados, irrespetuosos y culpables de la propagación del virus dirán-, ese Nuevo Orden Mundial cuya consecuencia será nuestro fin como individuos libres.

La única forma de parar esto es empezar a exigir a nuestros gobernantes una solución a corto plazo a esta pandemia, ya que ellos son quienes tienen los medios y ellos son los elegidos por el pueblo para ganarse con su gestión los más que generosos salarios con los que han resultado agraciados. Declararse incapaces de solucionarlo y culpar al pueblo por ello supone la constatación de su ineptitud y el colmo de la desfachatez.

No pueden robarnos nuestra dignidad. No pueden pisotearnos, humillarnos y esclavizarnos. No pueden privarnos de nuestra libertad. No pueden atarnos ni amordazarnos. No pueden matarnos en vida para ellos vivir. No lo podemos permitir. Nuestro futuro y el de las generaciones venideras están en juego.

Ya han hecho parte del trabajo. Paro, pobreza, hambre, suspensión de derechos fundamentales y recesión, así lo atestiguan.

No les dejemos avanzar más o lo próximo que harán será mostrarnos la imagen del líder supremo acompañada de un lema parecido al muy orwelliano  “El Gran Hermano te vigila”.

Para entonces ya sería demasiado tarde.