Ayer, día 4 de diciembre de 2015, decidimos, mi mujer Carmen
y un servidor, celebrar nuestro 27º aniversario de boda comiendo en un
restaurante de Madrid, para lo que efectuamos la oportuna reserva unos días
antes.
Y en esto que llegado el día nos topamos con la maldita
contaminación madrileña en un punto que, al parecer, obliga a las muy ecologistas
autoridades municipales a restringir el tráfico con diversas medidas. Ese día,
una de ellas era la imposibilidad de aparcar en las zonas azules y verdes de
Madrid.
Aún cuestionándome la eficacia de tales medidas, puedo
llegar a entenderlas. Pero lo que no es de cajón es que nuestro bolsillo se vea
afectado por ello, porque de hecho acudir a Madrid desde Fuenlabrada, donde
residimos, nos resultó el doble de caro en transporte público que en coche.
Y digo yo. Si nuestro perroflautico gobierno municipal en un
alarde de modernidad decide emular a otras ciudades que están tomando medidas
similares, sería justo y deseable que también las emularan tomando medidas
sociales paliativas que en algunas de esas ciudades se llevan a cabo, como el
transporte público gratuito o a precio reducido en los días de restricción
circulatoria.
Porque señores, el transporte público es caro y desde la
periferia, carísimo. En la periferia vivimos muchos de los que, expulsados de
nuestra ciudad, Madrid, por los desorbitados precios de la vivienda, no tuvimos
más remedio que recalar en estas ciudades dormitorio, arrabaleras y decadentes,
como única salida a nuestro afán de independencia. Y nuestro poder adquisitivo no
suele ser alto. Y la tasa de desempleo y de precariedad, ni te cuento.
Así pues, señores gobernantes municipales que se las dan de fomentar
medidas sociales, pacten con el gobierno pijoautonómico para dejar de jodernos
de una puta vez, que al final todos los platos rotos los pagamos los putos
pobres. Porque estaréis de acuerdo conmigo en que a los que tienen dinero de
sobra para pagar los carísimos aparcamientos privados del centro de Madrid y
varios coches con matrículas de numeración variada, afectarles estos cortes de
tráfico, lo que se dice afectarles, más bien poco. A los que vamos ramplando en
cuestión económica es otro cantar. Joder, si hasta nos penalizan al aparcar en
las zonas azules y verdes por tener los coches viejos y, por tanto, más
contaminantes. Pero que se han creído, que tenemos coches viejos por capricho,
no te jodes. Regálarme uno nuevo, que yo encantado.
Es necesario un pacto perroflautico/pijotero en materia de
transportes. Lo del bono transporte para parados, del que se benefician cuatro
gatos, es de risa. Un poquito de seriedad y un poquito de conciencia social. La
Comunidad, con haberse colgado la medalla del abono para jóvenes, ya ha ganado
un puñado de votos, suficientes para echarse a dormir. El Ayuntamiento, con
rocambolescas propuestas más propias del guión de Bananas de Allen que de las necesidades de los ciudadanos, se está
poniendo a la altura del “relaxing cup of café con leche”. Y mientras tanto,
nosotros, como siempre, jodidos.
Algún día, a lo mejor, despertamos. Algún día, a lo mejor,
algo cambia. O, a lo peor, no.
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