Dos olores recuerdo del Camino. Uno agradable. El otro,
nauseabundo.
Del primero se disfruta, sobre todo, en las proximidades de
Arzúa, ya bien adentrados en tierras gallegas. Se trata de un penetrante olor a
eucalipto, más intenso en el frescor de las primeras horas del día, que, cual
Vick Vaporub natural, te deja los conductos nasales limpios como la patena.
El segundo se sufre al acercarse a las explotaciones de
ganado bovino, donde un intensísimo olor
avinagrado penetra con fuerza en los
conductos respiratorios obligándote a apretar el paso para salir cuanto antes
de su área de influencia. Compadezco a los que trabajen o vivan en sus
alrededores, aunque supongo que a fuerza de costumbre ya ni lo notarán.
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