jueves, 7 de mayo de 2020

De gobernantes y opositores

No puedo decir que me sorprenda el hecho de que ayer se haya aprobado en el Congreso la cuarta prórroga del Estado de Alarma, vigente en España desde hace mucho más tiempo del deseable y cuyo teórico objetivo es el de frenar la pandemia causada por el Covid-19.

Y no me sorprende porque tanto los partidos hoy en el Gobierno como los que se sitúan en la “oposición” se encuentran cómodamente instalados dentro del Sistema.

Desde que las autodenominadas “democracias parlamentarias” se hicieron con el poder en una gran parte del mundo occidental ,- y no precisamente por haber sido elegidas sino como consecuencia de actos de fuerza o aprovechando situaciones coyunturales favorables-, han impuesto el costoso juego de los partidos, de forma que una minoría adinerada maneja los resortes de la maquinaria del Estado, controlando los medios de comunicación de masas en régimen de virtual monopolio, lo que resulta decisivo a la hora de determinar que partido o partidos van a ser los detentores del poder durante el tiempo que en cada momento resulte conveniente.

Y su legitimación viene a estar fundamentada en la “soberanía popular”, espejismo sustentado en una falsa premisa, toda vez que el pueblo no ha elegido el Sistema -sepa el querido lector que existen otros como el monárquico, el absolutista, el teocrático, el comunista o el fascista, sólo por citar algunos ejemplos- bajo el que quiere ser gobernado y, por tanto, no es soberano.

Lo que sí dejan elegir al pueblo es a los que habrán de ser sus representantes durante un tiempo determinado, la legislatura, siempre y cuando los candidatos acepten como bueno el Sistema imperante y todo ello bajo la ya descrita manipulación mediática que decide de hecho, y de antemano, el resultado de la votación.

Y como quién paga manda, los políticos elegidos deberán devolver el favor a esa minoría que les ha encumbrado, para cuyos intereses gobernarán.

Y la oposición, haciendo su papel de perro ladrador y poco mordedor. Porque no olvidemos que más temprano que tarde pasarán ellos a ostentar el poder, el teórico, sirviendo a los mismos intereses y merced a otro truco de magia llamado “alternancia del poder”, pensado para crear al pueblo la sensación de que decide su destino y de que su voto tiene verdadera trascendencia. Papel mojado es lo que es. Los políticos inmersos en el juego de este corrupto Sistema nunca podrán oponer resistencia real a quién dictamina desde la sombra. Su capacidad de maniobra se verá reducida a pequeños gestos ideológicos de escasa eficacia. Y por eso estaba seguro de que la prórroga, más allá de ladridos de cara a la galería, nos la endilgaban, sí o sí.

Oposición real sería la de algún político o partido que de forma milagrosa llegara a ser, con el respaldo popular, lo suficientemente fuerte para cuestionar al Sistema y proponer uno alternativo. Si esto pasara se vería inmediatamente acusado de no respetar ni las “leyes” ni “las reglas del juego democrático”, esas reglas que ellos crearon a su medida para salvaguardar un Sistema no elegido, recordemos, por el pueblo. De esta forma, tras virulenta campaña, el opositor sería desprestigiado y eliminado o, en su caso, convenientemente fagocitado.

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