La escritura como terapia


miércoles, 15 de septiembre de 2021

Polarización

¿Hay alternativa al enfrentamiento? Por supuesto, siempre la hay. Hablaré de ella al final de este largo artículo. Pero, ¿interesa al Estado fomentar el entendimiento? Rotundamente no. Rinde más la crispación. Por eso en tema tan polarizado, con toda la intención, como es el de la vacuna anti-COVID, sólo parecen posibles dos posturas. O estás a favor o estás en contra.

Si estás en contra te colgarán un rosario de etiquetas insultantes y poco amables, entre las que Negacionista parece ser la estrella. Si estás a favor también serás etiquetado, faltaría más, y Tragacionista, por similar sonoridad y mala leche equivalente, cumple perfectamente esa función.

Negacionistas vs. tragacionistas. Repugnantes sambenitos que, en aras a facilitar la comprensión de mi escrito voy a conservar. Bandos opuestos fanatizados por las consignas de un Estado que, lejos de conciliar, agita y envenena, favorece la división, torpedea la convivencia e incita al odio. La guerra está servida.

Conozcamos a los combatientes…

Los Negacionistas piensan que estas controvertidas sustancias a las que llaman “vacunas” son sustancias no testadas suficientemente, aprobadas por la vía de urgencia con el riesgo asociado de provocar efectos adversos graves, muy graves e incluso la muerte a corto plazo, algo ya sobradamente contrastado, y con consecuencias desconocidas a medio y largo plazo, tal y como ha sido reconocido por las farmacéuticas comercializadoras al no haber transcurrido el tiempo suficiente y necesario para despejar las dudas que impiden que a día de hoy estas “vacunas” puedan considerarse seguras.

Los Tragacionistas piensan que inocularse la vacuna es seguro. La que les toque, con las dosis que les digan (de la misma marca o combinadas, según disponibilidad y dependiendo del país o de la Comunidad Autónoma que la suministre), sin prescripción médica ni estudio individualizado alguno. Y para ellos es seguro inocularse porque creen cierta, sin ningún género de duda, la información que les llega procedente de las autoridades, vía medios de comunicación, donde a la vez que se eluden responsabilidades se transmite la idea de seguridad, minimizando de paso los casos, a los que no dudan en calificar de anecdóticos, de personas que han muerto o han sufrido efectos adversos graves o muy graves tras la inoculación.

Los Negacionistas, teniendo en cuenta la nula seguridad que ofrecen las “vacunas”, deciden que en su caso -valorando su edad, su estado de salud, sus antecedentes médicos, la incidencia de la enfermedad y la posibilidad, siempre presente, de inmunizarse de forma natural- es más peligroso inocularse que no hacerlo. Es decir, eligen libremente correr el riesgo, que consideran mínimo para ellos y nulo para los demás, que conlleva su decisión.

Los Tragacionistas, acuden felices, como en jornada electoral, a pincharse la sustancia porque se consuelan haciendo suyos eslóganes gubernamentales tales como “son más los beneficios que los riesgos”, riesgos que a corto plazo son equiparables a jugar una partida de ruleta rusa y a futuro, por desconocidos, son como poco preocupantes. También creen, porque se lo dicen en la tele, que con su decisión son más responsables, más solidarios y, en definitiva, mejores personas. Sería bonito si fuera cierto. Pero lamentablemente no lo es. Si nos atenemos a lo que nos dice la doctrina oficial, a la que se agarran estos ingenuos, veremos que los vacunados pueden seguir contagiando y contagiándose, como los no vacunados, y no, no es cierto que “contagien menos” tal y como se intentó asegurar, a falta de argumentos, en un programa de una de las televisiones generalistas, lo que fue inmediatamente desmontado por el experto invitado de turno (nada sospechoso de negacionismo) que, escandalizado, afirmó tajante que no se contagia más o menos, que se contagia o no se contagia. Por tanto de responsables y solidarios, ná de ná, al menos no más que los no vacunados. Y al hilo de esto, me viene al pelo citar la campaña actual de este miserable Gobierno/Estado para incitar a los adolescentes a la vacunación, donde en uno de sus repugnantes spots se dice “Es una manera de pensar en los demás y ser solidarios” Pues como hemos visto ni una cosa ni la otra. Una manera de ser obediente sí que es. Pero eso no implica ser mejor persona.

Los Negacionistas, analizan la información y sacan conclusiones. Y concluyen, entre otras cosas, que la famosa inmunidad de rebaño, que se le muestra al pueblo como la zanahoria al burro, es imposible con la “vacuna”,  ya que evidentemente si con ella no se consigue la inmunidad individual, no puede haber inmunidad de rebaño. Y se ríen, por no llorar, de ver cómo las autoridades se permiten, negando la evidencia, engañar a su pueblo fijando sucesivamente el porcentaje de vacunados a alcanzar para conseguir la inalcanzable, por medio de las “vacunas”, inmunidad de rebaño (70, 80, 85, 90%… Con el 99% se descuelgan los sátrapas de la Comunidad de Madrid… o todos en todo el mundo, como se atrevió a decir hace unos días el sinvergüenza del Dr. Simón). Burda estrategia para que todos se vacunen como si no hubiera un mañana. ¿Inmunidad de rebaño con una sustancia que no inmuniza? Lo que no es posible no es posible y además es imposible.

Los Tragacionistas siguen a la zanahoria con fanática credulidad. Se pinchan, se pinchan y se pinchan. Pinchan a sus familiares, a sus hijos, a sus amigos, a su perro… En vacunódromos express, sin cita previa, sin prescripción facultativa ni consentimiento informado, sin tener en cuenta circunstancias personales ni historias clínicas, sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo. Con prisa y sin pausa…Vorágine inoculadora…Sin bajarse del coche…Llegas, te pinchan y te vas…Aberración sanitaria…Nuevas dosis en el horizonte…para la inmunidad del rebaño…por el bien común…para volver a la normalidad…el que no se consuela es porque no quiere.

Los Negacionistas no se creen el “si te da, te da suavecito” ni el “si te vacunas no te mueres” o, como dijo el Ministro de Sanidad de Israel ahondando en el concepto de suavidad “si estás inoculado tendrás una muerte más suave”. Y no se lo creen porque ya hay noticias indudablemente ciertas que citan casos de ingresos hospitalarios y de fallecimientos de personas con la pauta completa de vacunación (Del 8 al 11/09/2021 se han producido en Extremadura 17 fallecimientos por Covid, de los que 16 se corresponden con personas vacunadas, según fuentes oficiales de la Junta de Extremadura y sólo por poner un recientísimo ejemplo). Tampoco tienen intención alguna de colapsar las UCI,s tal y como frecuentemente se sugiere, tras consultar la bola de cristal supongo, desde los medios generalistas que pintan para ellos una muerte cierta y agónica, lo que tranquiliza a los tragacionistas que hacen suyo ese discurso.  

Los Tragacionistas son felices pensando que si enferman o mueren será suavecito. Y como enfermaran suavecito, pues no colapsarán las UCI,s, lo que es un ejercicio de responsabilidad ¿? al evitar costes a la Seguridad Social. Por ello algunos dicen y otros insinúan que los “insolidarios” e “irresponsables” negacionistas deberían ser privados de atención médica cuando necesiten, que seguro que lo necesitarán, ser atendidos en un hospital donde sin duda colapsarán las carísimas UCI,s., colapso, dicho sea de paso,  innecesario y evitable porque su destino final, todo el mundo lo sabe, será la muerte. Eso sí, si la muerte por una improbable y desgraciada casualidad les toca a ellos, a los tragacionistas, será dulce y placentera. Asegurado al 100 % gracias a los numerosísimos estudios científicos que se han realizado al respecto. Porque se han hecho, ¿O no?.

Los Negacionistas no están necesariamente en contra de las vacunas en general, implantadas desde hace muchos años y que se aprobaron con unos plazos de testeo que garantizan su eficacia y seguridad. De hecho, la mayoría de estas personas están en contra de estas “vacunas” en particular, las llamadas anti-covid, por las razones que ya se han citado.

Los Tragacionistas no entienden de testeos y de plazos. Creen en los Organismos nacionales e internacionales y en el discurso oficial transmitido machaconamente por los medios, en especial por la televisión. Si estas vacunas dice el Gobierno, la OMS y perico de los palotes que son necesarias y seguras, pues lo son. Y punto.

Los Negacionistas generalmente mantienen una posición crítica hacia sus gobernantes. Lo que, más allá de ideologías, no podía ser de otra manera. Fundamentalmente se trata de ciudadanos que sufren una implacable persecución social alentada, de forma rastrera y tremendamente injusta, por los organismos públicos y mediáticos para convertirlos en chivos expiatorios, muy útiles para tapar la propia negligencia con la que han manejado la pandemia muchos Estados. Y porque, asimismo, estas personas reciben una asfixiante e intolerable presión, salpicada de amenazas constantes, por no plegarse a la doctrina oficial, esa que trata de obligarles a vacunarse so pena de exclusión social y vía restricción de sus derechos y libertades. O estás conmigo o estás contra mí. El famoso pasaporte Covid y lo que permite o permitirá. Una clarísima y brutal discriminación en toda regla. Una teórica libertad de elección, la de la voluntariedad de la vacuna, cercenada con toda la desvergüenza con la que el Estado se está malacostumbrando a actuar.

Los Tragacionistas mantienen una fidelidad perruna hacia sus gobernantes. Acomodados a favor de la corriente. Cobardes incapaces de cuestionar al Estado pero crueles en su ensañamiento con el disidente. Envidiosos y revanchistas. Culpables por acción u omisión. No es de extrañar que esperen su hueso, su recompensa. Muchos recibirán jubilosamente el pasaporte Covid. Ese que les nombra ciudadanos de primera por ser obedientes. Ese que discriminará a los únicos que luchan por la dignidad y la libertad de todos. Ese que supone una vergüenza para quién lo implanta y para quién lo apoya. Ese que les incapacita para dar clases de moral. Ese que les convierte en miserables, aunque no lo sepan o no lo quieran reconocer.

Los Negacionistas manejan una información sobre la magnificación de la pandemia, sobre las recurrentes medias verdades, contradicciones, ocultaciones y mentiras sembradas de forma continua por el Estado para implantar la cultura del miedo, sobre el fraude de las PCR y el mito del asintomático, sobre las formas de transmisión de la enfermedad, sobre la eficacia real de las mascarillas o sobre la incidencia de la enfermedad, que les hace mirar a sus semejantes con respeto y confianza. Luchan por la dignidad y la libertad de todos. No tienen miedo, lo que no les convierte en insensatos. Demandan de compañeros, familiares y amigos el mismo trato que ellos no han dejado de dispensarles. Odian las miradas desafiantes que muchos les dedican desde el desprecio o el terror. Desean liberar a la sociedad de la tiranía impuesta. Desean que la sociedad vuelva a ser lo que era. Desean que, al menos en el terreno sanitario, confiemos los unos en los otros como lo hemos hecho siempre. Tienen claro que el Estado, por méritos propios, es el enemigo contra el que hay que luchar.

Los Tragacionistas manejan la información, convenientemente manipulada, que el Estado les proporciona con la culpable colaboración de los medios de comunicación de masas. Se tragan todo lo que les dicen sin pararse ni un segundo a pensar si lo que les dicen tiene cierta lógica o no. Asimilan como normal el estado permanente de terror al que han sido hábilmente conducidos por la ingeniería social al uso. Asumen sin demasiado esfuerzo que el semejante es potencialmente letal por lo que lo más lógico es evitarlo y arrinconarlo, en especial si discrepa de la versión oficial, que hacen suya. Sacrifican su libertad por una falsa seguridad. Persiguen la utopía del riesgo cero y reniegan de compañeros, familiares y amigos a los que miran con desconfianza y terror. A los que no respetan. A los que, si piensan diferente, culpabilizan de la situación. Arteramente dirigidos desde los medios, luchan contra sus aliados y colaboran, de forma consciente o inconsciente, con su enemigo, un Estado que les lleva irremediablemente hacia una sociedad de amos y esclavos. Sin derechos, sin libertades, sin salida. Mueren en vida y pretenden que todos mueran con ellos. Entierran la alegría sin rendirle ni un homenaje. Se regocijan en su mediocridad. Cabrean al más pintado.  

Pero no todo está perdido. Porque más allá de etiquetas y de posicionamientos irreconciliables, cabe otra opción. La de aquellos que habitualmente mantienen hacia sus semejantes una actitud respetuosa para con su forma de pensar, para con su forma de vivir y, en el caso que nos ocupa, para con la decisión tomada. Para ellos, vacunados y no vacunados son personas que según les dicta su conciencia han elegido de manera honesta y responsable si inocularse o no y a las que, por tanto, hay que respetar por encima de cualquier otra consideración. Son personas a las que repugna cualquier forma de discriminación. Personas que no recelan de sus semejantes. Personas que integradas en la Naturaleza, conviven sin temor con ella. Personas que no quieren verse asfixiadas por un Estado que arbitrariamente las limite e invada su privacidad. Personas que no quieren ver cercenadas sus libertades en nombre de una mas que cuestionable seguridad. Personas que piden, exigen respeto, respeto y respeto. De y para todos. Personas a las que no vale la “nueva normalidad”.

Y tú, ¿de quién eres?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario