La escritura como terapia


viernes, 5 de diciembre de 2014

Historia de un parado - Las empresas de recolocación

Que maravilloso sería el Estado de Derecho si aparte de enumerar derechos los hiciera cumplir. Me encanta saber que según la Constitución tengo derecho al trabajo, pero más me encantaría tener uno. 

Como este nuestro querido Estado vive de las apariencias, tiene que dar la sensación de que realmente se preocupa por nosotros y de que hace todo lo posible por conseguirnos trabajo. Pues una de dos, o no hace nada o lo hace rematadamente mal.

No sólo no se genera empleo sino que desde el propio Estado se destruye. Caso del ERE que me ha tocado vivir en una Entidad financiera intervenida y por tanto bajo la tutela del Estado. Y como, habiéndome enviado a la calle, tiene que aparentar que se preocupa por buscarme un empleo, establece la obligación de facilitar a los afectados la tutela de una empresa de recolocación que consiga minimizar el impacto.

También sería maravilloso que la empresa de recolocación, recolocara, en lugar de dedicarse a repetirnos machaconamente lo mal que está la situación, lo difícil del mercado de trabajo y lo negro que lo tenemos para encontrar empleo.

Desde luego el apoyo sicológico que recibimos es más adecuado para empujarnos al suicidio que para cargarnos de optimismo. Claro que, bien pensado, a lo mejor es lo que se pretende. Muerto el perro se acabó la rabia. El suicidado descansa, la empresa de recolocación se quita un muerto, nunca mejor dicho, de encima, y el Estado resta uno de la lista de parados lo que contribuye a maquillar las estadísticas y alimentar su repugnante ego.

A lo que se dedica la empresa de recolocación es a cubrir el expediente. Se limita a dar una serie de consejos para buscar empleo, la mayor parte de los cuales se pueden encontrar fácilmente en Internet. Busca en la red  y nos envía ofertas de trabajo sin preocuparse de que se ajusten a nuestro perfil y a nuestra situación y, en la inmensa mayoría de los casos, con requisitos que ni cumplimos ni estamos en condiciones de cumplir a corto plazo. Las gestiones directas con empresas son muy escasas y con resultados, en mi caso, nulos. Todo esto para podernos  decir que lo han intentado y que no se puede hacer más por nosotros en un mercado laboral tan adverso. Como coartada está bien, pero a mí no me sirve.

Pueden hacer más, muchísimo más. Una empresa de recolocación que se precie debería ser capaz de encontrar trabajo a un elevado porcentaje de los trabajadores que se colocan bajo su tutela, sin dejarlo todo supeditado al éxito que éstos puedan tener gestionando directamente la búsqueda. Que cada uno de nosotros se va a dejar la piel buscando trabajo se da por supuesto y la duda, que la han manifestado, ofende. Una empresa de recolocación que se precie debería conocer al dedillo las características de todos y cada uno de los trabajadores tutelados, buscando y facilitando contactos con empresas que les necesiten, y no pretender que dichos trabajadores se ajusten a corto plazo a las exigencias predominantes en el mercado de trabajo, absurdas donde las haya.

Pongamos un ejemplo. Una empresa de servicios de jardinería aplica a sus trabajadores, algunos de los cuales llevan trabajando más de 30 años, un ERE. Hace 30 años para trabajar en una empresa de dichas características los requisitos a cumplir no eran demasiados ni, por supuesto, disparatados, por lo que tenemos trabajadores que se van al paro sin tener, pongo por caso, ni el Graduado Escolar, pero en cambio saben de jardinería lo que no está escrito. ¿Qué debería de hacer la empresa de recolocación? Pues buscarles empresas que necesiten jardineros experimentados, sin importarles la formación complementaria que puedan acreditar, formación que, por otra parte, no les va a ser de utilidad en su puesto de trabajo. Es decir, buscarles empresas que no apliquen los malditos y absurdos filtros de eliminación. Pero ¿qué es lo que realmente hacen?. Pues decirles a esos trabajadores que salvo que se pongan a estudiar como locos hasta que consigan tener una carrera, un par de masters, y dominen un mínimo de dos idiomas, no van a tener la más mínima oportunidad de encontrar trabajo y que, por supuesto, será culpa suya por no haber estudiado en su momento en lugar de trabajar desde tan jóvenes. No te jodes, si al final hasta habrá que pedir perdón por haber estado trabajando toda la puta vida. No conciben, estos señoritingos, que a lo mejor muchos de los que empezaron tan jóvenes era porque tenían que ayudar a sobrevivir a sus familias y no se podían permitir, ni por asomo, seguir estudiando

Pero eso sí, para aprovechar sinergias sí están espabilados, ya que ofrecen cursos de formación, de pago, a los pobres parados que caen en sus manos, que después de todo tienen indemnizaciones frescas de las que hay que intentar sacar tajada.

Lo peor de todo es que, como agentes dobles, juegan a dos bandos.  Además de empresa de recolocación, consultora. Además de, teóricamente, ayudarnos a encontrar empleo, hacen para las empresas el trabajo de eliminación de candidatos aplicando los malditos filtros que nos van a impedir encontrarlo (algunos, que no se dicen pero se aplican, como la edad y el sexo, claramente discriminatorios y que a muchos de nosotros nos dejan sin opciones). Si se trabaja para ambos bandos, la cuerda se romperá por la parte más débil y nosotros, los trabajadores, somos esa parte.

¿Éticamente correcto?. Que cada cual juzgue. Yo tengo clara mi opinión.

Señores de las empresas de recolocación, si los trabajadores colocados bajo vuestra tutela no encuentran trabajo, el fracaso es vuestro.

Señores que contratan a las empresas de recolocación, si no controláis el resultado final del trabajo realizado por éstas y os limitáis a cumplir con lo que os exige la ley, estaréis simplemente cubriendo el expediente, por tanto tener la decencia de no disfrazarlo de compromiso social. No cuela. 

Señores del Estado… Iba a escribir algo pero las arcadas me lo impiden hacer.

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