Y es que, como una navaja multiusos, sirve para todo y para
todos. Sirve para los senderistas, los solitarios, los gregarios, los
introvertidos y los extrovertidos, los místicos, los creyentes y los ateos,
los…; y sirve para estar sólo, para
conocer gente, para sufrir, para reír y para llorar, para competir, para juzgar
y ser juzgado, para ser honrado y para ser tramposo, para ayudar y ser ayudado,
para …
Si buscas sufrimiento, esfuerzo y superación, has acertado.
Si lo haces por motivos religiosos, eres minoría. Si buscas en tu interior, los
dolores no te dejarán tiempo para encontrar gran cosa. Si te gusta el
senderismo y la montaña, mejor el Annapurna. Si quieres que el Camino te
cambie, diez a uno a que el cambio es mínimo.
Una vez decidido, y salvo el caso infrecuente de que estés
sólo en el mundo, tendrás que buscar una excusa. Y para excusa, nada como una
promesa. Yo la utilicé, pero lo cierto es que no engañas a nadie, ni a ti mismo
ni a los que tienen que darte su bendición, quienes finalmente lo hacen porque
te quieren y saben la ilusión que te hace. El Camino, salvo las consabidas
excepciones, se hace porque a uno le apetece, y punto.
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