domingo, 16 de octubre de 2022

De la obediencia ciega

Es un fenómeno, el de la obediencia, sobre el que apenas había reflexionado.

Hasta ahora.

Porque creyendo a la obediencia virtud, muchos ciudadanos contribuyen, consciente o inconscientemente, a la agendada transformación de nuestra sociedad en una distópica oligarquía supranacional.

Pero lo cierto es que la obediencia no siempre beneficia al que obedece.

Obediencia y respeto deben ir siempre de la mano. Resulta antinatural obedecer a aquellos a quienes no respetamos. Y no merecen nuestro respeto aquellos que no nos respetan.

Centrémonos en la obediencia debida a las autoridades que bajo diferentes formas representan al Estado.

Son muchas las encuestas, cuyos resultados emiten sin pudor las medios generalistas, acerca de la valoración que los ciudadanos hacen de sus políticos, estén en el gobierno o no. Todos sin excepción y desde hace años, salen malparados de estas consultas, lo que deja bien a las claras que la mayor parte del pueblo no los considera dignos de la posición que ocupan o pretenden ocupar, recelan de sus intenciones, sospechan que mienten, engañan y manipulan sistemáticamente, que no son de fiar, que con frecuencia se corrompen, desfalcan o prevarican, que defienden sus propios intereses y los de los poderosos que los sustentan, que, en definitiva, no son merecedores ni de confianza ni de respeto.

Por eso, no les queda otra que imponer a sus gobernados la obediencia ciega, la que se impone por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo militar.

Y para ello, echan mano de Ingeniería Social. Mejor por las buenas, no sea que el pueblo, poderoso gigante dormido, despierte. Imprescindible que los ciudadanos den por bueno y consideren suficiente, en todo momento y en todos los casos, el argumento “Ad verecumdian”, “porque lo dice la autoridad”, argumento en modo alguno aceptable, en la actualidad, en la mayor parte de las sociedades occidentales, donde sus gobernantes, carentes de honor y de humanidad, sirven a intereses supranacionales muy alejados de las necesidades reales de sus respectivos pueblos.

Y entonces, ¿por qué se les obedece sin apenas oposición? ¿Por qué, en general, no se cuestionan las decisiones, los argumentos y las imposiciones del Estado aunque sean  contrarias a los intereses del Pueblo?¿Por qué se traga con el “ad verecumdian” sin más?

Por pereza, por tibieza, por fanática fidelidad, por ingenuidad y por miedo.

“Pensar cansa” leí en una ocasión. Cuando desde hace mucho, mucho tiempo, pero en los últimos tres años con una intensidad inusitada, los medios de comunicación, al servicio de los poderosos, han dejado de lado de forma evidente y escandalosamente chulesca la objetividad e independencia informativa de la que se jactan, el Pueblo recibe, sea cual sea el medio al que se enchufe, “informaciones” sucia y uniformemente vomitadas para dirigirle hacia un pensamiento único, ese que han de difundir para satisfacer a los fariseos que les pagan. Creando confusión someten al Pueblo a un inmisericorde bombardeo mediático que le empuja a una resignada aceptación. Wuhan, pangolín, quimera sí, quimera no, covid, pcr, mascarilla sí, mascarilla no, ola, variante, mutación, muertos, ancianos, incidencia, encierros, restricciones, no te relajes, ruina, vacuna, obligatoria, que inmuniza, que no, que te da suavecito, por los demás, negacionista, pasaporte covid, dosis, otra dosis, otra dosis, más, más, se me acaba el rollo, cambio de tercio, guerra, Ucrania, buenos, malos, tienes que ir con los buenos, yo te digo quiénes son, sanciones, gas, crisis energética, cabreo a Argelia, inflación, empobrecimiento, sacrifícate, por Ucrania, come esto y no lo otro, no podéis pescar, te empobrezco 10 y te devuelvo 5, eso es política social, frío en invierno, calor en verano, por Ucrania, por el planeta, pantanos vacíos, vaciados, montes que arden, quemados, el diesel, la sostenibilidad. Tsunami de “noticias” que dificulta la reflexión. Si todos dicen lo mismo, sin duda es la verdad, argumenta el perezoso para justificar su indolencia. Dudar es tener que pensar. Pensar cansa. Mejor descansadito. Mejor Creo. Mejor obedezco.

Las relaciones con el Estado obligan a los individuos bajo su tutela, siempre bajo amenaza de sanción, a acatar normas, leyes, ordenanzas, instrucciones, trámites y obligaciones de todo tipo, además de contribuir económicamente, vía impuestos, a su mantenimiento. A cambio, el Estado velará por cubrir las necesidades básicas de sus ciudadanos y garantizará que los derechos de los que gozan no sean violentados. Este planteamiento tan sencillo, se viene abajo en el momento en el que el Estado ni cubre las necesidades ni garantiza los derechos de sus ciudadanos. Esto está pasando hoy en muchos países, entre ellos España, con el poder judicial sacándole los colores una y otra vez a un ejecutivo que se pasea chulescamente, no podía ser de otra manera ante la ausencia de procesos y condenas, con la patente de corso del “porque lo digo yo” y haciendo y deshaciendo a su antojo con la seguridad que le da el verse arropado por los organismos supranacionales para los que trabaja, en contra, no lo olvidemos, de los intereses de su propio pueblo. Su servidumbre flaco favor nos hace. Sus objetivos no son nuestros objetivos. Sus necesidades no son nuestras necesidades. No nos respeta. No merece nuestro respeto. No le debemos obediencia. Por tibieza (por no decir cobardía) muchos lo hacen. Le obedecen. Le dan alas. Justifican la humillación que nos inflige día tras día por un “no quiero problemas”, como si no enfrentarse a ellos significara que no existen o que por sí solos desaparecerán.

La identificación con una corriente ideológica y la militancia en, o la simpatía por, un partido político puede provocar que algunos individuos sean incapaces de mostrarse críticos con decisiones provenientes de su entorno político, en especial cuando gobiernan y, por tanto, ocupan una posición de privilegio en la estructura de poder. Estos individuos, haciendo gala de un férreo corporativismo, muy presente también en determinadas profesiones, entienden que cuestionar las decisiones tomadas en su entorno ideológico supondría una ventaja para el adversario político. Por otra parte, aunque no menos importante, justifican tercamente las decisiones de sus afines, aunque le parezcan absurdas o desacertadas, en la creencia de que de no hacerlo verían cuestionada su inteligencia y su reputación. El “rectificar es de sabios” no va con ellos. Incondicionales y fanáticos que, por su mal entendida fidelidad, flaco favor le hacen a la sociedad en la que viven.

La ingenuidad es más frecuente entre los habitantes de los países del norte de Europa, donde tradicionalmente las relaciones Pueblo-Estado han estado regidas por la confianza mutua y por el objetivo común de salvaguardar los intereses nacionales. Esto explica la extrema dificultad que los ciudadanos de estas avanzadas sociedades tienen a la hora de desconfiar de sus autoridades. Tardarán un tiempo en constatar que, tras una larga y sistemática tarea de destrucción de los valores tradicionales, muchos de sus gobernantes, ahora carentes de escrúpulos, han dejado de servirles para subirse al carro del Globalismo internacional. Veremos su reacción cuando descubran que han sido traicionados. Mientras tanto, seguirán obedeciendo.

El miedo, el patológico, también mueve a obedecer. Mentalmente bloqueados por el terror, no son pocos los que después del experimento covidiano han quedado tocados de por vida. Son incapaces de relacionarse con familiares, amigos y compañeros. Son incapaces de arrancarse la mascarilla que dicen, pobres ignorantes, que les da seguridad. Y, lo que es peor, su miedo les hace agresivos con los que no lo tienen. El señalar culpables, deporte practicado por los medios con perruna fidelidad, afianza su enfermiza mentalidad. Cómo van a contemplar la posibilidad de desobedecer, si a los desobedientes creen deber todas sus desgracias. No entienden, pobres, que precisamente obedeciendo perpetúan el problema. No creen necesitar ayuda. Son carnaza para cualquier circo que nos monten, sea vírico, bélico, energético o de cualquier otro pelaje. Su miedo no les va a soltar. Reconocer el problema para resolverlo. No sé cuántos de ellos lo harán.

Necesitamos, pues, que los indolentes se tornen hacendosos, decididos los asustados, consecuentes y justos los fieles, desconfiados los ingenuos y lógicamente precavidos los aterrorizados.

Germen de una responsable, justa y necesaria desobediencia.

Sólo así, enseñándoles las uñas, el miedo cambiará de bando. Y, tal vez, se abra una ventana a la esperanza.

miércoles, 15 de junio de 2022

Mas que necios, corruptos

Cuando la imposición de sanciones comerciales a un determinado país supone un mayor perjuicio para el sancionador que para el sancionado, el sancionador es, en el mejor de los casos, un necio.

En el peor, un corrupto, que sacrifica a su pueblo para salvaguardar oscuros intereses a cambio de sucias prebendas.

Ya antes de la guerra de Ucrania, se veía venir el suicidio económico de Europa. La escalada de precios de los suministros energéticos ya tiraba de la inflación en diciembre de 2021, agravando la profunda crisis fomentada y mantenida por nefastos gobernantes con la escusa pandémica.

Con la guerra, tapan sus vergüenzas, señalan a un culpable y nos dan la puntilla. Cortina de humo para seguir con su agenda. Nueva fase. Operación ruina.

Nos dicen, a través de sus vociferantes medios de comunicación,  que “debemos” tomar partido por uno de los contendientes, aunque ello suponga enormes sacrificios.

¡Que desfachatez!

Nos colocan, por Ucrania, una inflación real superior al 30%, se desploman las bolsas (y los planes de pensiones), suben los tipos de interés (ahogando a los hipotecados) y convierten subsidios y pensiones mínimas en pura limosna. Y pretenden que les estemos agradecidos por ello, ya que nos venden la moto, que muchos compran, de que actúan de forma desinteresada y altruista para librar al mundo del demonio putinesco.  

El que tenía 100, ahora tiene 70; el que tenía 1000, ahora tiene 700. El que ganaba 1000, ahora gana 700, y el que ganaba 2000, ahora gana 1400. La inflación. Y nos la han colocado a todos. Bueno a todos no. A los corruptos gobernantes, europeos o patrios, que nos han llevado a esta situación, les habrán compensado debidamente por su lealtad, minimizando el impacto económico que todo este asunto haya podido tener en sus miserables vidas y permitiéndoles seguir con su opulento estilo de vida, plagado de lujos de los que disfrutan en sus confortables mansiones perfectamente acondicionadas y climatizadas. Que ellos sí pueden pagar la luz, el gas y la gasolina, que llegará a los 3 euros el litro como vienen anunciando los “acojonadores” oficiales de los noticieros de Antena 3. Gran “esfuerzo” el suyo.

Quieren sacrificarnos para honrar a su Becerro de Oro y nos lo están gritando a la cara.

Nos han colado una falsa pandemia, salpicada de repugnantes medidas coercitivas e ilegales destinadas a cercenar nuestra libertad, a humillarnos, a causarnos dolor, enfermedad y muerte. Y ahora nos cuelan una crisis brutal, con subidas de precios en porcentajes jamás antes alcanzados. ¿Qué será lo siguiente? Y, lo que es más importante, ¿Para cuándo una reacción?

Porque sinceramente, no entiendo la inacción, la resignación. ¿Qué nos tienen que hacer?, ¿Cuál es el punto de inflexión?

Pese a la gravedad de la situación y a su especial incidencia en las clases más desfavorecidas, partidos, sindicatos y asociaciones de todos los colores, guardan un inquietante y generalizado silencio, muy sospechoso, y se abstienen de movilizar a sus asociados. Es como si la culpa les impidiera pedir, en las calles, el fin de esta devastadora forma de gobernar, ajena al bienestar del pueblo y claramente orientada a la consecución de los intereses de la cruel y amoral Oligarquía globalista.

Como ha dicho el Papa, otro que tal baila, la III Guerra Mundial ya está aquí. Y tiene información privilegiada. Lo malo es que, para favorecer interpretaciones precipitadas, oculta quienes son los contendientes. Guerra es, sin armas que no incruenta, entre el pueblo y los oligarcas que ansían hacerse con su soberanía y con su libertad. Por tanto, toca guerra de guerrillas. Cada uno en su entorno. Ir haciendo labor. Dando voz al descontento. Amenazando sus veladas de caviar y Moet-Chandon. Mostrando las uñas. Exteriorizando la rabia y la indignación. Cuestionando su “verdad”. Exigiendo justicia. Gritando, gritando y gritando. Luchando, luchando y luchando. Las guerras no se ganan solas. Y en esta nos jugamos el futuro, la vida y, como decía Braveheart, la libertad.

miércoles, 25 de mayo de 2022

Nos van a dar la del mono ¿o era la del pulpo?

Cuando las creencias covidianas se derrumban irremisible y estrepitosamente ante la evidencia de su falsedad y cuando el entremés bélico putinesco-zelenskiniano pierde fuerza mediática por momentos, Davos productions y OMS entertainment presentan”La viruela del mono”, también conocida como “Pandemia II, la agenda continúa”.

Asistir a las sucesivas funciones del circo televisivo para constatar como proceden a repetir patrones ya usados en los albores de la pesadilla coronavírica, es cómico, por su torpeza, y trágico, por su siniestra intencionalidad.

Estamos en los momentos iniciales del nuevo coco vírico, la viruela simiesca, que llega tan de seguido que a algunos ni tiempo les ha dado de reunir el valor suficiente para quitarse el bozal.

Igual que hicieron en su día, los oligarcas globalistas cursan instrucciones a sus asalariados -políticos, periodistas, médicos o biólogos- para que comiencen a crear confusión e inseguridad en la población. Paso previo a la reactivación del terror.

Hoy digo lo uno y mañana lo contrario, teorizo sin pudor, digo verdades a medias o directamente miento. Resumiendo, le tomo el pelo a la gente. Una vez más.

En sólo una semana, escuchando los patéticos noticieros televisivos afectos al distópico régimen de terror, he escuchado sandeces como para cabrear al más pintado.

Lo que por la mañana era una enfermedad de transmisión sexual o por contacto estrecho, por la tarde se transmitía a través del aire gracias a las socorridas gotículas. Y que me decís de la PCR, que resulta que también sirve para detectar la viruelita de marras, o lo que es lo mismo, para crear una nueva, y falsa, pandemia. Enfermedad endémica africana, allí ni un solo caso. En los países gobernados por los más indecentes políticos, declarados globalistas, es dónde milagrosamente han aparecido los infectados. Nos dicen que ni un solo estudio demuestra la transmisión de humanos a animales y afirman que esta enfermedad siempre cursa con sintomatología, lo que descarta la posibilidad del temido asintomático; dicho lo cual ya se apresuran a amenazar, sosteniendo lo contrario, con confinar 45 días a los enfermos, a sus contactos estrechos aunque no presenten síntomas y a sus mascotas, por si acaso.

Eso sí, milagrosamente y coincidiendo casi exactamente con los casos ampliamente difundidos por los medios, parece ser que ya está lista una vacuna contra este tipo de viruela, desarrollada desde hace diez años, lo que no deja de ser bastante sospechoso, por no hablar de las adquisiciones recientes y masivas por parte de algunos gobiernos de infinitas dosis de la vacuna contra la viruela, enfermedad erradicada oficialmente en 1980. España, sin ir más lejos y vaya usted a saber porqué, adquirió en 2019 dos millones de dosis.

Y a todo esto el Bill Gates, que ya va de un chulo que te cagas, a finales de 2021 avisó de un inminente y más que seguro ataque “terrorista” de viruela, guerra bacteriológica en toda regla de la que nos falta, aunque sospechas tenemos, conocer la identidad del agresor. Su solución, que este hombre no da puntada sin hilo, centralizar la futura lucha contra esta u otras pandemias en la OMS, organización privada y supranacional, ampliamente financiada por el propio Sr. Gates, a la que le vendría bien que le fuera cedida la soberanía nacional en materia de Sanidad de todos los países miembros. Por el bien común ¿O no?

En fin, que no sigo. Que ya con lo escrito se vislumbra que, si no lo remediamos, nos van a dar la del pulpo. Que tiren “pa´lante” depende de si nos la vuelven a colar. Esto se para si decimos NO. Así de sencillo. De lo contrario no vamos a tener brazos para tanta vacuna ni estómago para tanta prohibición, para tanto sufrimiento y para tanta humillación.

lunes, 25 de abril de 2022

Negocio, ideología y culto

El fin de las mascarillas ha llegado, proclaman los voceros del Estado. Caramelo envenenado, el Real Decreto 286/2022 es otro ejemplo más de la perversidad del poder, volcado en el “divide y vencerás” para la humillación del individuo y la destrucción de la convivencia y de la sociedad.

Que el “final” no sea tal, al contemplar tres supuestos donde se establece como obligatorio su uso, deja en evidencia la voluntad de nuestros gobernantes de no dar por terminado este vergonzoso episodio pandémico que propicia gobiernos despóticos, sustentados por las masas debidamente adoctrinadas, y posibilita la neutralización de aquellos que denuncian su iniquidad.

Como hacen ellos, que con decirlo en la tele basta, no me voy ni a molestar en citar los cientos de estudios serios que demuestran la inutilidad de las mascarillas, por lo que los supuestos en los que hay que seguir llevándola evidencian, como ha venido siendo desde el comienzo de esta vergonzosa e insana situación, una actitud prepotente y chulesca que considera innecesario cualquier tipo de justificación.

Pero lo peor de este retorcido Real Decreto está en el preámbulo que, como ellos y sus cientos de asesores saben, no tiene valor normativo y, por tanto, su contenido no obliga absolutamente a nada.

Pues bien, sabiendo esto, nos sueltan, en esta joyita de preámbulo que es la envidia de la escuela maquiavélica, que, en el entorno laboral, corresponderá a los “responsables en materia de prevención de riesgos laborales” de cada empresa la decisión de mantener entre sus trabajadores la obligatoriedad del uso de la mascarilla, lo que en la práctica supondrá la aparición de millones de reinos de taifas, cada uno con sus “responsables” reyezuelos que determinarán que sus trabajadores/súbditos se sigan poniendo la dichosa mascarilla, cosa que harán por su adscripción a la corriente hipocondríaca covidicia, descrita por el genial Mirones como aquella que teme al “bicho” mas allá de lo razonable, o por su alineación ideológica con la agenda globalista, muy interesada en perpetuar el miedo, o simplemente como vehículo para recordar al trabajador quién, en la empresa, es el que manda, olvidando lo frágil, limitado y patético que es ese poder. El resultado buscado por este Estado desvergonzado y vasallo no es otro que el de generar división y enfrentamiento, propiciando la destrucción de la convivencia y de la paz social. El “divide y vencerás” de manual.     

Pero ahí no se acaba la cosa, ya que el dichoso preámbulo contiene otra perla, si cabe, más ponzoñosa y ruin. Veamos lo que se nos dice:

“…se recomienda un uso responsable de la mascarilla en los espacios cerrados de uso público en los que las personas transitan o permanecen un tiempo prolongado. Asimismo, se recomienda el uso responsable de la mascarilla en los eventos multitudinarios. En el entorno familiar y en reuniones o celebraciones privadas, se recomienda un uso responsable en función de la vulnerabilidad de los participantes”.

O sea, que si la siembra de cizaña les va bien, para qué parar. Hasta el infinito y más allá. Como ya la han liado en las empresas, ahora les toca a los particulares. No obligan, pero recomiendan, sin definirlo, un “uso responsable” de la mascarilla en espacios cerrados y eventos multitudinarios, lo que esperan sea interpretado por los covidicios adeptos como “la obligación de continuar llevándola para así ser considerado una persona modélica y responsable, en contraposición a los negacionistas irresponsables cuyo objetivo, aunque cumplan la ley, es matar a todos a salivazos”. Por otro lado, en el entorno familiar y privado recomiendan, que no obligan, a un uso responsable de la mascarilla en función de la vulnerabilidad de los participantes, lo que empujará a los hipocondríacos covidicios a considerar que hasta los muebles son vulnerables y a estigmatizar al insurrecto no embozado que se atreva a visitar al abuelito al que, sin duda, contagiará y, en algunos casos, matará.

Manipulación. Asquerosa y retorcida manipulación. Nos empujan a los unos contra los otros para crear una eficaz cortina de humo que tape su criminal proceder y para, manteniendo a la población asustada, receptiva y maleable, allanar el camino a futuras barrabasadas.

A estas alturas, el Covid, tal y como ha apuntado acertadamente el periodista británico Mark Dolan, es un negocio, una ideología y un culto.

Culto, sectario, que se nutre de la fanática adhesión de millones de personas, intelectualmente neutralizadas por la machacona e implacable repetición de “mantras” vomitados por periodistas/sacerdotes desde ese privilegiado púlpito que es la televisión.

Personas, pobres infelices, que piensan que cumplen, que obedecen, para que esto se termine, cuando lo cierto es que su obediencia provoca que esto no se termine jamás.

Nunca es demasiado tarde. Mejor reconocer el engaño y reaccionar, que entregarles nuestras vidas y tenerlo que lamentar. No queda mucho tiempo. Desengancharse de la Secta resulta vital. Dejad de mirar la tele y volver la vista a vuestros semejantes, que ni son vuestros enemigos ni os van a enfermar o matar. Ya no hay nada que temer. Ya no hay lugar para el miedo. Es hora de vivir, de volver a vivir. No permitáis la inoculación sin fin. No permitáis que penalicen la voluntariedad. No dejéis que os seduzcan con la inmediatez, con la manzana envenenada de las aparentes y atractivas ventajas de pasaportes sanitarios que más pronto que tarde serán algo más. No permitáis que nos vuelvan a encerrar ni a embozar. No renunciéis ni a vuestra dignidad, ni a vuestra libertad. No dudéis. Ellos no miran por nosotros y no nos sacarán. Mostrad coraje. Decid ¡No! y ¡Basta ya! Sólo así lo podremos parar.

lunes, 21 de marzo de 2022

Oro parece, plata no es - Parte III y última - Secretos y mentiras

Maestros de la intriga y la provocación, carentes de ética y de escrúpulos, los tiranos globalistas vienen socavando  la civilización occidental desde hace ya más de cien años, destruyendo y aniquilando su cultura y su identidad, principal obstáculo en su camino hacia la instauración de su anhelado Nuevo Orden Mundial.

La invasión de Ucrania por parte de Rusia no deja de ser un nuevo movimiento en su particular partida de ajedrez donde no tienen reparo alguno en sacrificar peones en aras de la consecución del triunfo final.

Rusia-Putin, Ucrania-Zelenskyy, la Unión Europea y, sobre todo, sus respectivos pueblos, son esta vez los sacrificados.

A Putin le han echado tanta mierda encima, sea verdadera o falsa, que difícilmente levantará cabeza en un mundo que, la tele dixit, le quiere ver juzgado y condenado por su atrevimiento.

Rusia recibirá sanciones económicas adicionales a las que ya tenía lo que, en mayor o menor medida, afectará a su ya maltrecha economía.

Los rusos ya sufren la “rusofobia” de las idiotizadas masas occidentales que, tras mostrárseles el camino del odio al disidente durante la pantomima pandémica, arremeten contra los que en la tele son señalados, antes eran los no vacunados y ahora son los rusos. A este odio maseril, se une la inquina de Empresas e Instituciones, afines al buenrrollismo globalitario agendado, que toman represalias gratuitas y crueles en todos los ámbitos (laboral, cultural, deportivo, etc.) contra los rusos, sólo por serlo. Como cuando no te dejan jugar al tenis si no te inoculas. Mismo objetivo, mismas reglas.

A Zelenskyy le prometieron el oro y el moro si participaba en el acoso a Rusia y a la postre, más allá de inútiles aplausos, le han dejado con el culo al aire, eso sí dotándole de armamento que no hace más que alargar su agonía, agonía que sobre todo sufre su pueblo que tiene que abandonar su país con lo puesto, o quedarse a luchar en unas condiciones flagrantes de desigualdad con respecto al potencial bélico del enemigo.

Fiel lacaya del Deep State estadounidense que ni la quiere ni la respeta, la Unión Europea se ha enfrentado, sin motivo ni justificación alguna, con su principal proveedor energético comprometiendo el bienestar de su economía, ya muy tocada por la Pandemia, y el de su pueblo al que le tocará lidiar con una espiral inflacionista desbocada que llevará a muchos a la ruina o al borde de la ruina. Es el “no tendrás nada y serás feliz” de los repugnantes oligarcas que se frotan las manos imaginándonos inmovilizados, encerrados en nuestras casas y muertos de frío, como ya se han atrevido a sugerir con una insultante desfachatez el Borrell y la Botín, dos de sus esbirros patrios. Por su parte, Victoria Nuland, ex Subsecretaria de Estado norteamericana, escenificó su desprecio a la pusilánime y servil Unión Europea, cuando durante una conversación en el 2014 con su embajador en Ucrania soltó su ya tristemente famosa, pero altamente clarificadora, frase “Que se joda la UE”.

Pero entonces, ¿A quién beneficia esta guerra?.

Al Globalismo y, en especial, a su niño mimado, los EEUU, regidos por un poderosísimo Deep State valedor de los intereses de aquel. Los EEUU, alejados del escenario bélico y sin apenas relaciones comerciales con Rusia son los claros beneficiados por las sanciones que ellos mismos han promovido e instigado y que, de llevarse a cabo en su totalidad, incrementarán considerablemente sus exportaciones de Gas a Europa. Es curioso que Victoria Nuland, la del “Que se joda la UE”, declarara que «Si Rusia invade Ucrania, Nord Stream 2 no seguirá adelante», desactivando de esta forma el proyectado gasoducto entre Rusia y Alemania, sin pasar por Ucrania, que provocará que la UE tenga que adquirir gas licuado estadounidense, infinitamente más caro y mucho menos ecológico que el ruso. Nuevamente para servir a su amo, los perros obedientes de la UE reniegan de sus “principios” ecologistas que, no obstante, volverán a ser invocados cuando les resulte conveniente.

Esta oportuna guerra, por tanto, agravará la terrible crisis económica conscientemente iniciada gracias a la instauración a nivel global, con la inestimable colaboración de la muy fiel OMS, de una Dictadura Sanitaria sin parangón en la historia reciente. Pero lo más trágico es que esta guerra, además, les servirá para tapar las trágicas consecuencias que las aberrantes medidas tomadas al amparo de la falsa Pandemia han tenido para la población mundial. Y por si esto fuera poco, se servirán de la guerra para justificar, con la desfachatez que les caracteriza, la ya gravísima situación económica generada, para lo que ya han cursado a sus esbirros instrucciones al respecto.

No olvidemos que uno de sus lacayos más fieles, nuestro querido presidente Pedro Sánchez, en una reciente intervención en el Congreso, le echaba la culpa de todo a Putin, pese a que las tarifas energéticas llevaban disparadas desde mucho antes del comienzo de la guerra. Curioso también constatar, que TVE intentara avalar dicha afirmación, situando el comienzo de la guerra en diciembre, no en febrero, con lo que la manipulación de los medios resulta, a estas alturas, además de evidente, burda. Y para rematar el desaguisado y hundirnos más en la miseria, Su Sanchidaz se enamora de repente de Marruecos, con cuyo gobierno se jura fidelidad en el tema del Sahara, consiguiendo de esta forma enemistarse con Argelia, cuyo gas podría paliar en cierto modo la crisis de suministro provocada por el bloqueo a Rusia. Si este individuo no cumple órdenes, que venga Dios y lo vea.

 Y ¿de qué arteras maniobras se ha servido el Globalismo para provocar un conflicto que le viene como anillo al dedo? Pues, sin profundizar en exceso, ahí van algunas pinceladas.

Ya he citado la provocación, en la que son maestros consumados (lo demostraron en Pearl Harbour), como uno de los principales detonantes. La expansión de la OTAN hacia el Este de Europa, incumpliendo sus promesas tras la Guerra Fría ha tenido las consecuencias deseadas.

Otro de los actores principales en esta crisis es el corrupto Joe Biden, actual presidente de los EEUU y presa fácil del chantaje globalista dada su falta de honestidad. Biden fue la mano derecha, con poderes para manejar la política internacional, de Barack Obama. Como tal tendió la mano a los nacionalistas ucranianos sembrando la discordia con Rusia, todo para encubrir las oscuras maniobras de su hijo Hunter, contratado en 2014 como consultor por la mayor empresa energética (gas y petróleo) de Ucrania, Burisma Holdings. Para ello no dudo en escorar la política norteamericana en aras de facilitar a Ucrania el control del territorio oriental, en disputa con Rusia y objeto de deseo de Burisma por los codiciados depósitos de gas existentes en su subsuelo. A tal punto llegaron las maniobras de los Biden, que el procurador general ucraniano, Viktor Shokin, abrió una investigación sobre Hunter Biden, que se resolvió, tal y como reconoce su padre, el presidente Biden, mediante “su intervención sobre el entonces presidente Petro Poroshenko y el primer ministro Arsenij Yatseniuk para evitar las investigaciones sobre su hijo”. Biden, según publicó el New York Post, había amenazado con retener una garantía de préstamo de mil millones de dólares en Estados Unidos durante un viaje a Kiev en diciembre de 2015, “Si el Procurador General Shokin no es despedido, no tendrán el dinero» Y Shokin fue efectivamente despedido, salvando a Hunter de un nuevo escándalo.

Decisiva para el Globalismo en Ucrania fue la llamada Revolución del Euromaidan, por la que el Presidente Yanukóvich, proruso, fue derrocado para instalar un gobierno prooccidental. Fue una operación auspiciada por George Soros, tal y como declaró con franqueza a la CNN: «Tengo una fundación en Ucrania desde antes de que se independizara de Rusia; esta fundación siempre ha estado en el negocio y ha jugado un papel decisivo en los acontecimientos de hoy». Este cambio de gobierno precipitó un clima de guerra civil entre paramilitares nacionalistas ucranianos y partidarios de la permanencia bajo la órbita de Rusia. Tras los cruentos enfrentamientos de mayo de 2014, se firmó en septiembre de ese mismo año por representantes de Ucrania, Rusia, Donetsk y Lugansk, el Protocolo de Minsk, donde se acordaba la retirada de los grupos armados ilegales, del material militar, así como de los combatientes y mercenarios del territorio de Ucrania bajo la supervisión de la OSCE y el desarme de todos los grupos ilegales, acuerdo que el Gobierno ucraniano jamás cumplió para desgracia de las poblaciones de habla rusa de Donetsk y Lugansk, que han sufrido todo tipo de tropelías desde entonces ante la pasividad del bloque globalista, OTAN/EEUU/UE, que, como no podía ser de otra manera, miraron para otro lado.

Respecto al presidente Zelenskyy, actor cómico de éxito y miembro del descaradamente globalista “World Economic Forum” cumple perfectamente los requisitos para implementar la agenda de reformas que en materias como la igualdad de género o la economía verde todo país, Globalismo impone, debe adoptar. No es de extrañar que se haya beneficiado del apoyo del todopoderoso Klaus Schwab y sus aliados para llegar al poder y asegurarse de que el Gran Reseteo también se lleve a cabo en Ucrania. Claro que, oro parece, plata no es. La lucha contra la corrupción pregonada por el presidente ucraniano en su papel de «servidor del pueblo» no se corresponde, sin embargo, con la imagen que se desprende de él a partir de los llamados papeles de Pandora, en los que parece que el multimillonario judío Kolomoisky le pagó 40 millones de dólares en vísperas de las elecciones a través de cuentas en paraísos fiscales. Por no hablar de la persecución despiadada a la que somete a sus adversarios políticos, a la clausura de canales de televisión no afines (en febrero de 2021 cerró siete emisoras de televisión, entre ellas ZIK, Newsone y 112 Ucrania, todas ellas culpables de “amenazar la seguridad de la información y de estar bajo influencia rusa maligna”) y la colocación en puestos clave para el Globalismo de elementos pertenecientes a su estructura, como sucedió con el nombramiento de Mykhailo Fedorov, también miembro del World Economic Forum, como Vicepresidente y Ministro de Transformación Digital. El propio Zelenskyy ha admitido tener como inspiración al Primer Ministro de Canadá Justin Trudeau, uno de los más ladinos y crueles servidores del Globalismo Internacional, que ha provocado recientemente en su país una de las protestas más largas y multitudinarias de toda su historia.

Ahondando en este personaje y para arrojar luz sobre su relación con los muy globalistas Word Economic Forum y Fondo Monetario Internacional, me apoyo en las palabras del Arzobispo Viganò:

“Como ha demostrado el trágico precedente de Grecia, las soberanías nacionales y la voluntad popular expresada por los parlamentos son borradas de facto por las decisiones de las altas finanzas internacionales, que interfieren en las políticas gubernamentales mediante el chantaje y la extorsión descarada de carácter económico. El caso de Ucrania, que es uno de los países más pobres de Europa, no es una excepción.

Poco después de la elección de Zelenskyy, el Fondo Monetario Internacional amenazó con no conceder a Ucrania un préstamo de 5.000 millones de dólares si no cumplía sus exigencias. Es evidente que las intervenciones del FMI tienen como objetivo obtener el compromiso del gobierno ucraniano de alinearse con las políticas económicas, fiscales y sociales dictadas por la agenda globalista, empezando por la «independencia» del Banco Central de Ucrania del gobierno: un eufemismo con el que el FMI pide al gobierno de Kiev que renuncie al control legítimo sobre su Banco Central, que es una de las formas de ejercer la soberanía nacional, junto con la emisión de dinero y la gestión de la deuda pública. Apenas cuatro meses antes Kristalina Georgieva había lanzado el Gran Reseteo junto a Klaus Schwab, el príncipe Carlos y el secretario general de la ONU António Guterres.

Lo que no había sido posible con los gobiernos anteriores se llevó a cabo bajo la presidencia de Zelenskyy, que entró en la órbita del WEF junto con el nuevo gobernador del BCU, Kyrylo Shevchenko. Menos de un año después, para demostrar su fidelidad, Shevchenko escribió un artículo para el WEF titulado “Central banks are the key to countries climate goals and Ukraine is showing the” [Los bancos centrales son la clave para los objetivos climáticos de los países y Ucrania está mostrando el camino]  Así se aplica la Agenda 2030, bajo chantaje.

También hay otras empresas ucranianas que tienen vínculos con el WEF: la Caja de Ahorros Estatal de Ucrania (una de las mayores instituciones financieras de Ucrania), el Grupo DTEK (un importante inversor privado en el sector energético ucraniano) y Ukr Land Farming (líder agrícola en cultivos). Los bancos, la energía y la alimentación son sectores que encajan perfectamente con el Gran Reseteo y la Cuarta Revolución Industrial teorizados por Klaus Schwab.”

La guerra de Ucrania forma parte de los planes del Nuevo Orden Mundial. Sólo, como ya dije, leyendo el conflicto en clave globalista podemos hacernos una idea de a qué nos enfrentamos. Viganò lo explica así:

“La censura que se está imponiendo a las emisoras rusas está claramente dirigida a impedir que la narrativa oficial sea desmentida por los hechos. Pero mientras los medios de comunicación occidentales muestran imágenes del videojuego War Thunder, fotogramas de la película La Guerra de las Galaxias, explosiones en China, vídeos de desfiles militares, imágenes de Afganistán, del metro de Roma o imágenes de crematorios móviles, haciéndolas pasar por escenas reales y recientes de la guerra en Ucrania, la realidad se ignora porque ya se ha decidido provocar un conflicto como arma de distracción masiva que legitime nuevas restricciones de las libertades en las naciones occidentales, según los planes del Gran Reseteo del Foro Económico Mundial y la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Es evidente que el pueblo ucraniano, más allá de las cuestiones que pueda resolver la diplomacia, es víctima del mismo golpe de estado global que están llevando a cabo las potencias supranacionales que pretenden, no la paz entre las naciones, sino el establecimiento de la tiranía del Nuevo Orden Mundial. Hace apenas unos días, la parlamentaria ucraniana Kira Rudik declaró a Fox News, mientras sostenía un kalashnikov: «Sabemos que no solo luchamos por Ucrania, sino también por el Nuevo Orden Mundial».

Las violaciones de los derechos humanos en Ucrania y los crímenes de las milicias paramilitares  denunciados reiteradamente por Putin no pudieron encontrar una solución política porque fueron planificados y fomentados por la élite globalista, con la colaboración de la Unión Europea, la OTAN y el deep state estadounidense, con un tono antirruso destinado a hacer inevitable una guerra cuyo objetivo es imponer, principalmente en Europa, la adopción forzosa del racionamiento energético, las restricciones a los viajes, la sustitución del papel moneda por el dinero electrónico y la adopción del DNI digital. No estamos hablando de proyectos teóricos. Se trata de decisiones que están a punto de tomarse concretamente tanto a nivel europeo como en cada país.”

Más allá de la evidente falta de legitimidad de la intervención de la OTAN y la UE en Ucrania, mediante el envío de fondos y armas a un país que no es miembro de ninguna de las dos instituciones, llama la atención como algunos esbirros, países y organismos internacionales se toman la libertad de saltarse sus propias normas si sus amos así se lo ordenan. Es llamativo el caso de la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que violando los artículos 9, 11 y 12 del Tratado de Lisboa, toma la decisión de enviar fondos y armas a Ucrania, decisión que no es de su competencia, ya que el Consejo Europeo y el Alto Representante son los facultados para ello. Perra obediente a la que nadie osa parar, pese al peligro que su decisión supone para los europeos que se exponen a hipotéticas represalias rusas.

Y para ir terminando, vuelvo a recurrir a la clarividencia de Viganò cuando dice,

“La crisis ruso-ucraniana no estalló de repente hace un mes. Ha sido preparada y fomentada durante mucho tiempo, comenzando ciertamente con el golpe blando de 2014 que fue deseado por el deep state estadounidense en clave antirrusa. Así lo demuestra, entre otros hechos incontestables, el entrenamiento del Batallón Azov por parte de la CIA «para matar rusos». , Las intervenciones realizadas por Joe y Hunter Biden han ido en la misma dirección. Por lo tanto, hay pruebas de una premeditación a largo plazo, coherente con la implacable expansión de la OTAN hacia el Este. La Revolución de Colores de Euromaidan, así como el establecimiento de un gobierno pro-OTAN compuesto por homines novi entrenados por el Foro Económico Mundial y George Soros, tenían como objetivo crear las condiciones para la subordinación de Ucrania al bloque de la OTAN, alejándola de la influencia de la Federación Rusa. Para ello, la acción subversiva de las ONG del filántropo húngaro, apoyada por la propaganda mediática, ha mantenido en silencio los crímenes de las organizaciones paramilitares, financiadas por los mismos que patrocinan a Zelenskyy.

Por otra parte, sin el pretexto de una guerra, ¿cómo podrían justificar la subida del precio del gas y de los carburantes, forzando el proceso de transición «ecológica» impuesto desde arriba para controlar a las masas empobrecidas? ¿Cómo podrían hacer tragar a los pueblos del mundo occidental la instauración de la tiranía del Nuevo Orden Mundial, cuando la farsa de la pandemia se desvelaba y sacaba a la luz los crímenes contra la humanidad cometidos por las grandes farmacéuticas?

Y mientras la UE y los jefes de gobierno culpan a Rusia de la inminente catástrofe, las élites occidentales demuestran que incluso quieren destruir la agricultura, para aplicar los horrores de la hambruna a escala mundial. Por otra parte, en muchas naciones (entre ellas Italia) se está teorizando la privatización de las vías fluviales -y el agua es un bien público inalienable- en beneficio de las multinacionales y con el objetivo de controlar y limitar las actividades agrícolas. Hoy en día, a la luz de las sanciones impuestas a Rusia y de la enorme reducción del suministro de cereales, podemos entender las enormes inversiones de Bill Gates en agricultura, siguiendo la misma lógica despiadada de obtención de beneficios ya experimentada con la campaña de vacunación.

…porque mientras se les promete (al pueblo ucraniano)  la libertad frente al invasor con el que comparten la herencia religiosa y cultural común de haber sido en su día parte de la Gran Rusia, en realidad lo que se está preparando cínicamente es su anulación definitiva, su esclavización al Gran Reseteo que prevé todo menos la protección de su identidad, su soberanía y sus fronteras.

Que el pueblo ucraniano mire lo que les ha pasado a las naciones de la Unión Europea: el espejismo de la prosperidad y la seguridad se derrumba con la contemplación de los escombros dejados por el euro y los lobbies de Bruselas. Naciones invadidas por inmigrantes ilegales que alimentan la delincuencia y la prostitución, destruidas en su tejido social por ideologías políticamente correctas, llevadas a sabiendas a la bancarrota por políticas económicas y fiscales imprudentes, conducidas a la pobreza por la anulación de las protecciones laborales y de seguridad social, privadas de futuro por la destrucción de la familia y la corrupción moral e intelectual de las nuevas generaciones.

Lo que antes eran naciones prósperas e independientes, diversas en sus respectivas especificidades étnicas, lingüísticas, culturales y religiosas, se han transformado ahora en una masa informe de personas sin ideales, sin esperanzas, sin fe, sin siquiera la fuerza para reaccionar contra los abusos y crímenes de quienes las gobiernan. Una masa de clientes corporativos, esclavos del sistema de control detallado impuesto por la farsa pandémica, incluso ante la evidencia de fraude. Una masa de personas sin identidad individual, marcadas con códigos QR como animales en una granja intensiva, como productos de un enorme centro comercial. Si este ha sido el resultado de la renuncia a la soberanía nacional de todas las naciones -¡todas, sin excepción! – que se han confiado a la colosal estafa de la Unión Europea, ¿por qué iba a ser Ucrania diferente?”

No nos engañemos. Sólo hay un malo en este conflicto. El onmipresente Globalismo que chulo y confiado nos ataca, a todos, sin piedad.

La Resistencia se antoja urgente y necesaria. Mejor hacer poco que no hacer nada.

Empecemos por desconfiar de sus voceros, los medios y las redes, que se dedican, cual martillo pilón, a decirnos de qué nos tenemos que preocupar y de qué no, qué nos tiene que gustar y qué no, a quién tenemos que odiar (Facebook, ahora permite odiar a los rusos) y a quién no. En definitiva, qué tenemos que pensar y qué no.

Si obedecemos, estamos perdidos. El distópico Nuevo Orden Mundial será una realidad.

jueves, 17 de marzo de 2022

Oro parece, plata no es - Parte II - De la falta de justificación y la existencia de causas

Los pueblos, ucraniano y ruso, son rehenes involuntarios de los oscuros intereses del Nuevo Orden Mundial, anhelado Estado Totalitario Supranacional de los oligarcas globalistas, los mismos que apenas sin disimulo han puesto de rodillas a las economías occidentales con la patraña del Covid, y a las que se aprestan a asestar el tiro de gracia.

La invasión o agresión de un país por parte de otro, sean cuales sean los actores, no puede justificarse en modo alguno debido al sufrimiento que causa en una población civil ajena a la decisión y cuyos intereses no suelen coincidir con los de sus gobernantes.

Pero la falta de justificación no implica la inexistencia de causas.

Antes de analizarlas, conviene destacar ciertos hechos cuya iniquidad ya ha quedado registrada en los libros de Historia y que han sentado un muy peligroso precedente, anulando la autoridad moral que pretende hacer valer Occidente (EEUU/OTAN/UE) en el conflicto Rusia-Ucrania, todo ello a pesar de y agravado por la descarada parcialidad de los medios de comunicación a la hora de cubrir/condenar las intervenciones militares en función de quienes sean agresor y agredido. Veamos algunos ejemplos.

1) Según la ONU, la ocupación de Afganistán por las tropas USA ha causado más de 70.000 muertos civiles bajo la excusa, una de sus favoritas, de establecer un régimen “democrático” cuando se ha demostrado durante la Pandemia que los derechos fundamentales en estos paraísos de la “Democracia” han sido vulnerados a discreción mediante medidas autoritarias y, en muchos casos, ilegales, y, para colmo, se ha entregado finalmente el país a los talibanes, dejando a su población con el culo al aire, en una vergonzosa retirada auspiciada por el patético vejestorio al frente de la Casa Blanca, Biden, cumpliendo así la voluntad de sus amos; 2) En Irak, invadida por las tropas USA para destruir unas supuestas armas de destrucción masiva que resultaron ser una trágica invención, los muertos civiles ascendieron a 200.000 y el resultado fue un país arrasado, dividido y descabezado; 3) En la guerra de los Balcanes, la OTAN bombardeó Serbia, aliada de Rusia, sin declaración de guerra y sin el respaldo de la ONU, durante 78 días seguidos causando no menos de 500 muertos civiles.

Ante esta manifiesta amoralidad, la prensa occidental aplica su cínico e hipócrita doble rasero, justificando lo injustificable, aplaudiendo el que los americanos invoquen razones de seguridad nacional para intervenir al otro lado del planeta y condenando a los rusos por hacer lo mismo a un paso de sus fronteras. Cinismo e hipocresía que contribuyen a crear un mundo inestable e inseguro para todos. Porque si  los EEUU/OTAN rompen las reglas a su conveniencia, ¿Por qué no deberían hacerlo todos los demás? Justo el mundo que le viene bien al Globalismo. A río revuelto, ganancia de pescadores.

No hay ideales, ni amistades, ni solidaridad en las relaciones internacionales. Se basan en el interés recíproco, en el equilibrio de fuerzas y en la conservación del statu quo resultante. En eso consistía la “guerra fría”, en el equilibrio de fuerzas entre la Unión Soviética y la OTAN. Con la caída de la Unión Soviética, se han venido produciendo movimientos de la OTAN que incumpliendo lo pactado con Rusia, suponen una provocación en toda regla. Fernando Del Pino Calvo-Sotelo, lo explica muy bien en un interesante artículo publicado en su blog, donde, entre otras cosas, nos cuenta:

“Rusia viene afirmando que, tras la caída de la Unión Soviética, la OTAN le prometió de modo informal que no se expandiría hacia el Este. EEUU lo negaba, pero el periódico alemán Der Spiegel lo ha documentado hace poco de un modo que da la razón a los rusos. Lo mismo defiende Jack Matlock, exembajador de EEUU en la URSS (1987-1991) y diplomático clave en las negociaciones que terminaron con la Guerra Fría. Hace pocas semanas confirmaba en un artículo que a Rusia le aseguraron “que la OTAN no se movería hacia el Este ni una pulgada”. Sin embargo, en los siguientes años la OTAN se expandió hasta la misma frontera rusa con la incorporación de 14 nuevos estados miembros. George Kennan, el más respetado estratega norteamericano del s. XX y experto en Rusia, definió esta expansión de la OTAN como “el error más fatídico de la política exterior de EEUU desde el final de la Guerra Fría”, y añadió: “No había ninguna razón para hacer esto. Nadie estaba amenazando a nadie”. Desde entonces, Rusia ha manifestado su preocupación por sentirse “rodeada” por infraestructuras militares tan cerca de sus fronteras, pero ha sido permanentemente ignorada y la “paridad” que reclamaba (un reconocimiento mutuo de legítimas preocupaciones de seguridad) se ha encontrado con un muro de desprecio, cuya culminación, hasta ahora, es la propuesta de incorporación de Ucrania y Georgia.”

Como podemos observar, la OTAN ha pasado de ser una organización defensiva a un ariete de la política exterior de EEUU, lo que es lo mismo que decir un ejecutor de los planes geoestratégicos del Globalismo internacional, amo y señor de la mayor parte de los gobiernos títeres del mundo occidental, con EEUU a la cabeza.

Rusia, por su parte, como nos cuenta el geoestratega chino Lanxin Xiang, aplicando el “Equilibrio Westfaliano”, pugna por frenar la expansión occidental mediante la consolidación de Estados “tapón” neutrales que impidan “que le pongan artillería en sus fronteras y anulen su capacidad de defensa”. Principio, el del “Equilibrio Westfaliano” que ya aplicó EEUU en 1962 cuando tras tensas negociaciones consiguió la retirada de los misiles que la URSS había instalado en Cuba, incidente conocido como “La crisis de los misiles” que a punto estuvo de provocar una guerra de incalculables consecuencias.

Respecto a las causas más cercanas de la invasión, así nos lo cuenta Fernando Del Pino Calvo-Sotelo:

“En 2014 el presidente ucraniano Viktor Yanukovich, democráticamente elegido en unas elecciones supervisadas por la OSCE, decidió no firmar un acuerdo comercial con la UE cuya letra pequeña comprometía a adherirse a las políticas “militares y de seguridad” de la UE. Lo hizo bajo presión de Rusia, cuya contraoferta incluía un amplio paquete de ayuda económica. De la noche a la mañana surgió la “Revolución del Maidan”, un golpe de Estado probablemente instigado y apoyado por EEUU, como reconoce hasta el Cato Institute. El presidente ucraniano se vio obligado a huir del país y se convocaron nuevas elecciones, de las que salió un nuevo gobierno, cómo no, proamericano. Esto provocó la cronificación del conflicto civil en el Este de Ucrania y la incruenta anexión rusa de Crimea (sede de la base naval rusa de Sebastopol), lo que dio lugar a sanciones económicas occidentales que aún perduran a pesar de que, según el Prof. Mearsheimer, de la Universidad de Chicago y un referente mundial en Relaciones Internacionales, “fueron los EEUU los que provocaron esta crisis”. No conviene olvidar que Crimea es rusófila, pues perteneció a Rusia desde finales del s. XVIII hasta 1954, cuando el líder soviético Kruschev decidió traspasarla a Ucrania. Y recordemos que, a pesar de ser la nación más extensa del planeta, el único acceso de Rusia a mares cálidos – sus otros dos accesos al mar son un estrecho acceso al Báltico y otro al Mar del Japón y el de Ojotsk- es a través del Mar Negro hacia el Mediterráneo, y que Sebastopol es una importantísima base naval rusa desde hace 250 años, enclave que por su importancia estratégica ya fue objeto de una guerra a mediados del s. XIX (novelada, por cierto, por el gran Tosltói).

En 2019, el gobierno ucraniano (o sea, EEUU) dio un nuevo paso hacia la provocación cuando su Parlamento modificó la Constitución sin referéndum previo para incluir el objetivo de entrar en la OTAN.

A finales del 2021 la última propuesta de Rusia para evitar un enfrentamiento fracasó de modo previsible al no atenderse ninguna de sus “líneas rojas”; probablemente no fuera más que un trámite cuando ya tenía planeada la acción militar.

Para Ucrania, la probabilidad real de acceder a la UE (por su pobreza y corrupción) y a la OTAN (por sus problemas territoriales y porque exigiría la decisión unánime de sus miembros) parece ser baja. Por ello, algunos tildan de paranoico el miedo ruso a que una Ucrania envalentonada, rearmada y en la OTAN intente retomar Crimea (y Sebastopol) arriesgándose a un conflicto entre potencias nucleares. Otros tildan las razones rusas de mera coartada para alcanzar otros objetivos. Sin embargo, habría sido fácil aceptar una moratoria de una década en nuevas adhesiones a la OTAN para comprobar la buena fe rusa. No se hizo.

Finalmente, cabe preguntarse si la incorporación de una inestable Ucrania mejoraría o empeoraría la seguridad de los actuales miembros de la OTAN. ¿Aumentaría o disminuiría el riesgo de entrar en conflicto? ¿En qué mejora la incorporación de Ucrania la seguridad de España – país, por cierto, al que la OTAN no cubre la defensa de sus ciudades fronterizas de Ceuta y Melilla, precisamente donde está más expuesta a una agresión externa? Las relaciones internacionales nunca se basan en la amistad ni en la defensa de altos ideales, sino en un quid pro quo, esto es, en el interés recíproco, salvo, claro está, cuando la relación es de sumisión. Es evidente que éste es el caso de España respecto de Europa y de Europa respecto de EEUU.”

Hasta aquí las causas, excusas y justificaciones de una invasión absolutamente evitable. Cabe recordar una vez más, para arrojar algo más de luz sobre la brillante exposición del Sr. Del Pino, que cuando hablamos de EEUU/OTAN/UE estamos realmente hablando del poder que, a la sombra, dirige sus pasos, el “Deep State” que opera al  servicio de los intereses del Globalismo Internacional, no de los pueblos a los que las aludidas Instituciones teóricamente representan. La invasión podría haber sido evitada si se hubiera acordado una situación de equilibrio, conveniente a todas las partes implicadas, que pasaba necesariamente por garantizar la neutralidad de Ucrania. Las peticiones rusas en cuanto a dicha neutralidad eran, en palabras del ex embajador de los EEUU en Rusia, Jack F. Matlock, “sumamente razonables”, y esta crisis ha sido, según él, “evitable, predecible e intencionadamente provocada”. Porque efectivamente una cosa es poder y otra muy distinta querer. Sirvan los dos años de “pandemia” como ejemplo. Esta misma mañana, con el cinismo que les caracteriza, los medios lanzaban un mensaje de esperanza al proclamar que las negociaciones para la paz avanzan a buen ritmo una vez que se ha fijado la neutralidad de Ucrania como requisito indispensable, y asumible, para alcanzar un alto el fuego. Cuando el daño ya está hecho se puede asumir lo que, de haberse asumido antes, hubiera evitado la guerra. Así funcionan estos desalmados.

El globalismo, cual experimentado matador, ha enseñado el capote a Rusia durante años, mientras seducía a Ucrania para, finalmente, abandonarla a su suerte cuando Putin, cual temperamental toro bravo, ha entrado al trapo con furia desmedida.

Todos perdemos, el Globalismo gana.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Oro parece, plata no es - Parte I - De la narrativa oficial

A sabiendas de que las guerras no responden nunca a explicaciones simplistas del tipo  “buenos contra malos”, y como quiera que llevo ya un tiempo prudencial interesándome por los diferentes puntos de vista, y los razonamientos en los que se basan, acerca del conflicto que monotemáticamente ocupa nuestra actualidad, creo llegada la hora de dar mi opinión al respecto, sin que ello me convierta ni de lejos en un experto en geopolítica, condición de la que sí presumen no pocos de los escasamente formados y evidentemente aleccionados periodistas de los medios de comunicación fieles a la narrativa oficial, narrativa que, por otra parte, constituye la única fuente de información de la que se nutren las masas, evidenciando, una vez más, su carencia de sentido crítico.

Parece que el escepticismo, como catalizador de la búsqueda de la verdad, ha resultado gravemente herido por la presión mediática a la que está siendo sometido en estos tiempos, nefastos y oscuros, en los que nos ha tocado vivir.

Al hilo de esto, me viene al pelo citar al Arzobispo Viganò que, en un interesantísimo artículo publicado recientemente, entre otras cosas escribe:

“Si observamos lo que está ocurriendo en Ucrania, sin dejarnos engañar por las burdas falsificaciones de los principales medios de comunicación, nos damos cuenta de que se ha ignorado por completo el respeto a los derechos de los demás; de hecho, tenemos la impresión de que la administración Biden, la OTAN y la Unión Europea quieren mantener deliberadamente una situación de evidente desequilibrio, precisamente para hacer imposible cualquier intento de resolución pacífica de la crisis ucraniana, provocando a la Federación Rusa para que desencadene un conflicto. Aquí radica la gravedad del problema. Esta es la trampa tendida tanto a Rusia como a Ucrania, utilizando a ambas para que la élite globalista pueda llevar a cabo su plan criminal.

No debería sorprendernos que el pluralismo y la libertad de expresión, tan alabados en los países que se proclaman democráticos, sean diariamente desautorizados por la censura y la intolerancia hacia las opiniones no alineadas con la narrativa oficial. Manipulaciones de este tipo se han convertido en la norma durante la llamada pandemia, en detrimento de médicos, científicos y periodistas disidentes, que han sido desacreditados y condenados al ostracismo por el mero hecho de atreverse a cuestionar la eficacia de las vacunas experimentales. Dos años después, la verdad sobre los efectos adversos y la desafortunada gestión de la emergencia sanitaria les ha dado la razón, pero la verdad se ignora obstinadamente porque no se corresponde con lo que el sistema quería, y sigue queriendo hoy.

Si los medios de comunicación mundiales han sido capaces, hasta ahora, de mentir descaradamente en un asunto de estricta relevancia científica, difundiendo mentiras y ocultando la realidad, deberíamos preguntarnos por qué, en la situación actual, deberían recuperar repentinamente esa honestidad intelectual y respeto al código deontológico tan ampliamente negado con el COVID.

Pero si este fraude colosal ha sido apoyado y difundido por los medios de comunicación, hay que reconocer que las instituciones sanitarias nacionales e internacionales, los gobiernos, los magistrados, las fuerzas del orden y la propia jerarquía católica comparten la responsabilidad del desastre -cada uno en su ámbito al apoyar activamente, o no oponerse, a la narración-; un desastre que ha afectado a miles de millones de personas en su salud, sus bienes, el ejercicio de sus derechos individuales e incluso su propia vida. Incluso en este caso, es difícil imaginar que quienes han sido culpables de tales crímenes en apoyo de una pandemia intencionada y maliciosamente amplificada puedan de repente recuperar su dignidad y mostrar solicitud por sus ciudadanos y su patria cuando una guerra amenaza su seguridad y su economía.

Estas, por supuesto, pueden ser las prudentes reflexiones de quienes quieren permanecer neutrales y mirar con desapego y casi desinterés lo que ocurre a su alrededor. Pero si profundizamos en el conocimiento de los hechos y los documentamos, apoyándonos en fuentes autorizadas y objetivas, descubrimos que las dudas y perplejidades se convierten pronto en inquietantes certezas.

Incluso limitando nuestra investigación al aspecto económico, nos damos cuenta de que las agencias de noticias, la política y las propias instituciones públicas dependen de un pequeño número de grupos financieros pertenecientes a una oligarquía que está unida, de manera significativa, no solo por el dinero y el poder, sino también por la filiación ideológica que guía su acción e injerencia en la política de las naciones y el mundo entero. Esta oligarquía muestra sus tentáculos en la ONU, la OTAN, el Foro Económico Mundial, la Unión Europea y en instituciones «filantrópicas» como la Open Society de George Soros y la Fundación Bill y Melinda Gates.

Todas estas entidades son privadas y no responden a nadie más que a ellas mismas y, al mismo tiempo, tienen el poder de influir en los gobiernos nacionales, incluso a través de sus propios representantes, que se hacen elegir o nombrar en puestos clave. Ellos mismos lo admiten cuando son recibidos con todos los honores por los jefes de Estado y los líderes mundiales, respetados y temidos por estos como los verdaderos dueños del destino del mundo. Así, los que ostentan el poder en nombre del «pueblo» se encuentran pisoteando la voluntad del pueblo y restringiendo sus derechos a fin de ser los obedientes cortesanos de unos amos a los que nadie ha elegido pero que, sin embargo, dictan su agenda política y económica a las naciones.

Llegamos entonces a la crisis de Ucrania, que nos presentan como una consecuencia de la arrogancia expansionista de Vladimir Putin hacia una nación independiente y democrática sobre la que intenta reclamar derechos absurdos. Se dice que el «belicista Putin» está masacrando a la población indefensa que se ha levantado valientemente para defender el suelo de su patria, las sagradas fronteras de su nación y las libertades violadas de los ciudadanos. La Unión Europea y Estados Unidos, «defensores de la democracia», se dicen incapaces de no intervenir por medio de la OTAN para restaurar la autonomía de Ucrania, expulsar al «invasor» y garantizar la paz. Ante la «arrogancia del tirano», se dice que los pueblos del mundo deberían formar un frente común, imponiendo sanciones a la Federación Rusa y enviando soldados, armas y ayuda económica al «pobre» presidente Zelenskyy, «héroe nacional» y «defensor» de su pueblo. Como prueba de la «violencia» de Putin, los medios de comunicación difunden imágenes de bombardeos, registros militares y destrucción, atribuyendo la responsabilidad a Rusia. Y aún hay más: precisamente para garantizar una «paz duradera», la Unión Europea y la OTAN abren los brazos para acoger a Ucrania como miembro. Y para evitar la «propaganda soviética» Europa censura Russia Today y Sputnik para garantizar que la información sea libre e independiente.

Esta es la narrativa oficial, a la que todo el mundo se ajusta. Estando en guerra, la disidencia se convierte inmediatamente en deserción, y los que disienten son culpables de traición y merecedores de sanciones más o menos graves, empezando por la execración pública y el ostracismo, bien experimentado con el COVID contra los «no vacunados». Pero la verdad, si se quiere conocer, nos permite ver las cosas de otra manera y juzgar los hechos por lo que son y no por cómo se nos presentan.”

En esta brillantísima exposición, el Arzobispo Viganò pone el dedo en la llaga, desarrollando la idea, -por muchos y desde hace mucho defendida, cada vez más evidente y para mí fundamental-, que permite entender lo que está ocurriendo en el mundo mediante una lectura de la realidad en clave globalista. Sólo así, este aparente sinsentido se torna inteligible. Sólo así todo encaja y cobra sentido.

De hecho, en el final de su artículo, Viganò insiste en la cuestión:

“Es muy preocupante que los destinos de los pueblos del mundo estén en manos de una élite que no rinde cuentas a nadie de sus decisiones, que no reconoce ninguna autoridad por encima de sí misma y que para perseguir sus propios intereses no duda en poner en peligro la seguridad, la economía y la propia vida de miles de millones de personas, con la complicidad de los políticos a su servicio y de los grandes medios de comunicación. La falsificación de los hechos, las grotescas adulteraciones de la realidad y el partidismo con el que se difunden las noticias conviven con la censura de las voces discrepantes y dan lugar a formas de persecución étnica contra los ciudadanos rusos, que son discriminados precisamente en los países que se dicen democráticos y respetuosos con los derechos fundamentales.”

Es algo bien sabido por casi todo el mundo que para crearse una visión imparcial y objetiva de las circunstancias que rodean un conflicto, de cualquier tipo, es fundamental escuchar la versión de todas las partes implicadas. Por tanto, si en este caso, como en la Pandemia, sólo se nos ofrece una versión y se censuran todas las demás, lo lógico es tirar de escepticismo y pensar que la versión ofrecida tal vez no se ajuste del todo a la realidad.

martes, 22 de febrero de 2022

De movimientos estratégicos

Casi veintidós meses desde aquel retomar la escritura.

Decisión visceral que originó una serie de artículos, numerosos ya, que, agrupados bajo la etiqueta “Crónicas coronavíricas”, han sido el instrumento del que me he servido para dar a conocer mi postura ante los gravísimos y sucesivos acontecimientos, nada buenos diría yo, que bajo el pretexto “del Covid” han provocado no poco sufrimiento, han socavado los cimientos sobre los que se sustentaba nuestra forma de vida y han prácticamente aniquilado nuestra libertad individual.

En todo este tiempo, desde aquel marzo fatídico del 2020, he escrito de todo y sobre todo. Era y es mi deber, más allá de cualquier otra consideración. Estamos en guerra, aunque muchos no lo crean, y la palabra es la única arma de la que disponemos algunos. El lector interesado puede entretenerse deambulando por el blog donde descubrirá un sinfín de reflexiones acerca de los acontecimientos acaecidos y de las circunstancias que han rodeado tan desigual lucha.

No pocos amigos, que han resultado no serlo, han quedado por el camino. Por doctrinarios e intolerantes. Por deshonestos e irrespetuosos. Por señalar. Peaje de tiempos convulsos.

A día de hoy, parece vislumbrarse el final de esta pandemia en base a las señales que los plutócratas que la han orquestado nos deslizan, como el que no quiere la cosa, a través de sus lacayos de los medios de comunicación. Ha sido tal el éxito obtenido con este experimento pandémico que parece lógico pensar que recojan velas hasta la próxima crisis (sanitaria, económica, tecnológica o de cualquier otro tipo) que podrán generar cuando lo consideren oportuno y sin apenas oposición por parte del pueblo que, sometido a una brutal tiranía política y social hábilmente disfrazada de crisis sanitaria, se ha mostrado hasta el momento resignado y sumiso y ha demostrado comportamientos alejados de la sensatez (como por ejemplo lo de aferrarse a la mascarilla, incluso en exteriores, amor incondicional que a estas alturas resulta grotesco).

Es por eso que este “final” parece una retirada estratégica, probablemente ideada para, con renovadas fuerzas, asestarnos el golpe final. Para ello, van sembrando el panorama con cargas de profundidad que socavarán la soberanía nacional y allanarán el camino para la instauración del, por ellos tan deseado, Gobierno Mundial.

Veamos.

Control económico: El episodio de la congelación de Fondos Europeos a Hungría y a Polonia es un buen ejemplo de este control. Fondos más necesarios que nunca debido a la monumental crisis económica creada o agudizada por la Pandemia en la mayor parte de los países miembros, con un endeudamiento astronómico y una inflación galopante, y para cuya recepción se fuerza a todos y cada uno de ellos  a adoptar posturas ideológicas que en algunos casos resultan contrarias a su identidad nacional, lo que equivale a decir a sus creencias y a sus tradiciones. Obligando, en fin, a la adopción por parte de todos de una ideología, “Estado de Derecho” la llaman, que esconde, más bien poco, la ya conocida agenda globalista 2030 y que no hace otra cosa que destruir la diversidad cultural de los pueblos. En definitiva, se chantajea a los países miembros para adherirse al pensamiento único que el Globalismo ha impuesto, a su vez, a la Unión Europea, desligando la obtención de fondos del cumplimiento de objetivos puramente económicos, como siempre ha sido y como debería seguir siendo.

Control Sanitario: Nuevamente, La Unión Europea de la Von der Layen y sus secuaces, mueve ficha para cerrar un acuerdo vinculante con la OMS para “hacerla más transparente, independiente, poderosa y eficiente”, lo que en la práctica significa poner en manos privadas el destino sanitario de los habitantes de todos los países miembros, que quedarían obligados a adoptar como propias las decisiones de este organismo Muy bonito todo si no fuera por el hecho de que la OMS es una organización financiada por las aportaciones de los países miembros y de fundaciones privadas como por ejemplo la Bill y Melinda Gates Foundation que es la segunda donante en importancia sólo por detrás de los Estados Unidos de América. Con este panorama no debe sorprendernos que los Gates, con evidentísimo conflicto de intereses por su participación en Pfizer, hayan orquestado desde su controlada OMS la imposición, casi a punta de pistola, de una mal llamada “vacuna Covid” a nivel mundial. Y dicho esto, tampoco debería sorprendernos que de cerrarse el acuerdo UE-OMS, esta organización privada, no electa y hábilmente camuflada como organismo semioficial, dirigirá nuestra salud para servir a los intereses de sus amos. Decidirán sobre alimentos, sustancias y medicamentos. Prohibirán unos y nos obligarán a tomar otros. Tendrán el control de nuestro cuerpo, de nuestras vidas, y el poder de limitar la libertad individual y de castigar al disidente, sin la intervención de los gobernantes, electos, muchos de ellos vasallos y corruptos, pero electos, de los países miembros.

Control político y social: El globalismo tiene sus títeres. Unos más fieles que otros. Algunos más crueles que sus mentores. Todos escoria. Entre los pueblos más traicionados por sus dirigentes tenemos a franceses, italianos, australianos y canadienses. Y los españoles vamos detrás. No ha salido en la tele, pero durante varias semanas millones de canadienses han bloqueado la capital y varios puntos estratégicos del país, en una protesta que comenzó en enero, cuando un convoy se dirigió a Ottawa para oponerse al mandato de vacunación obligatoria que afecta a los camioneros que cruzan la frontera entre Estados Unidos y Canadá, y que se convirtió en un movimiento más amplio de oposición a las restricciones por la pandemia y al gobierno de Justin Trudeau, con concentraciones de apoyo en todo el país. Pues bien, el vasallo globalista y tirano por convicción de Trudeau, activó una ley de emergencias que le otorgó poderes extraordinarios para por ejemplo incautar camiones, gasolina y cuentas corrientes de los manifestantes, pudiendo asimismo procesar a las personas que se sumaran al bloqueo, imponiéndoles penas de cárcel, multas y retirada de licencias de conducción. Los agentes desalojaron a los manifestantes, pacíficos e indignados como los del 15-M en la Puerta del Sol,  con gas pimienta, granadas aturdidoras y porras.Todo muy democrático. Por cierto, un inciso, ¿Alguien ha visto a los antisistema?. Ya me parecía. Continúo. En España, Su Sanchidaz pretende colar, con nocturnidad y alevosía, la muy perniciosa Ley de Seguridad Nacional que le permitirá, si no lo remediamos, hacer algo similar a lo del Trudeau en Canadá. A saber, declarar una especie de Estado de Excepción, sin necesidad de respaldo parlamentario, que le permitirá ordenar la incautación de toda clase de bienes sea cual sea su titularidad y le facultará para obligar a cualquier persona a prestar los servicios que le sean requeridos. O sea, barra libre. Aberración distópica que nos dejaría con el culo al aire y mirando a Cuenca. Quien no vea el peligro, debe de estar muerto.

Y mientras nos la cuelan, pues que si Casado y Ayuso, que si Rusia y Ucrania. Pues eso.