jueves, 17 de marzo de 2022

Oro parece, plata no es - Parte II - De la falta de justificación y la existencia de causas

Los pueblos, ucraniano y ruso, son rehenes involuntarios de los oscuros intereses del Nuevo Orden Mundial, anhelado Estado Totalitario Supranacional de los oligarcas globalistas, los mismos que apenas sin disimulo han puesto de rodillas a las economías occidentales con la patraña del Covid, y a las que se aprestan a asestar el tiro de gracia.

La invasión o agresión de un país por parte de otro, sean cuales sean los actores, no puede justificarse en modo alguno debido al sufrimiento que causa en una población civil ajena a la decisión y cuyos intereses no suelen coincidir con los de sus gobernantes.

Pero la falta de justificación no implica la inexistencia de causas.

Antes de analizarlas, conviene destacar ciertos hechos cuya iniquidad ya ha quedado registrada en los libros de Historia y que han sentado un muy peligroso precedente, anulando la autoridad moral que pretende hacer valer Occidente (EEUU/OTAN/UE) en el conflicto Rusia-Ucrania, todo ello a pesar de y agravado por la descarada parcialidad de los medios de comunicación a la hora de cubrir/condenar las intervenciones militares en función de quienes sean agresor y agredido. Veamos algunos ejemplos.

1) Según la ONU, la ocupación de Afganistán por las tropas USA ha causado más de 70.000 muertos civiles bajo la excusa, una de sus favoritas, de establecer un régimen “democrático” cuando se ha demostrado durante la Pandemia que los derechos fundamentales en estos paraísos de la “Democracia” han sido vulnerados a discreción mediante medidas autoritarias y, en muchos casos, ilegales, y, para colmo, se ha entregado finalmente el país a los talibanes, dejando a su población con el culo al aire, en una vergonzosa retirada auspiciada por el patético vejestorio al frente de la Casa Blanca, Biden, cumpliendo así la voluntad de sus amos; 2) En Irak, invadida por las tropas USA para destruir unas supuestas armas de destrucción masiva que resultaron ser una trágica invención, los muertos civiles ascendieron a 200.000 y el resultado fue un país arrasado, dividido y descabezado; 3) En la guerra de los Balcanes, la OTAN bombardeó Serbia, aliada de Rusia, sin declaración de guerra y sin el respaldo de la ONU, durante 78 días seguidos causando no menos de 500 muertos civiles.

Ante esta manifiesta amoralidad, la prensa occidental aplica su cínico e hipócrita doble rasero, justificando lo injustificable, aplaudiendo el que los americanos invoquen razones de seguridad nacional para intervenir al otro lado del planeta y condenando a los rusos por hacer lo mismo a un paso de sus fronteras. Cinismo e hipocresía que contribuyen a crear un mundo inestable e inseguro para todos. Porque si  los EEUU/OTAN rompen las reglas a su conveniencia, ¿Por qué no deberían hacerlo todos los demás? Justo el mundo que le viene bien al Globalismo. A río revuelto, ganancia de pescadores.

No hay ideales, ni amistades, ni solidaridad en las relaciones internacionales. Se basan en el interés recíproco, en el equilibrio de fuerzas y en la conservación del statu quo resultante. En eso consistía la “guerra fría”, en el equilibrio de fuerzas entre la Unión Soviética y la OTAN. Con la caída de la Unión Soviética, se han venido produciendo movimientos de la OTAN que incumpliendo lo pactado con Rusia, suponen una provocación en toda regla. Fernando Del Pino Calvo-Sotelo, lo explica muy bien en un interesante artículo publicado en su blog, donde, entre otras cosas, nos cuenta:

“Rusia viene afirmando que, tras la caída de la Unión Soviética, la OTAN le prometió de modo informal que no se expandiría hacia el Este. EEUU lo negaba, pero el periódico alemán Der Spiegel lo ha documentado hace poco de un modo que da la razón a los rusos. Lo mismo defiende Jack Matlock, exembajador de EEUU en la URSS (1987-1991) y diplomático clave en las negociaciones que terminaron con la Guerra Fría. Hace pocas semanas confirmaba en un artículo que a Rusia le aseguraron “que la OTAN no se movería hacia el Este ni una pulgada”. Sin embargo, en los siguientes años la OTAN se expandió hasta la misma frontera rusa con la incorporación de 14 nuevos estados miembros. George Kennan, el más respetado estratega norteamericano del s. XX y experto en Rusia, definió esta expansión de la OTAN como “el error más fatídico de la política exterior de EEUU desde el final de la Guerra Fría”, y añadió: “No había ninguna razón para hacer esto. Nadie estaba amenazando a nadie”. Desde entonces, Rusia ha manifestado su preocupación por sentirse “rodeada” por infraestructuras militares tan cerca de sus fronteras, pero ha sido permanentemente ignorada y la “paridad” que reclamaba (un reconocimiento mutuo de legítimas preocupaciones de seguridad) se ha encontrado con un muro de desprecio, cuya culminación, hasta ahora, es la propuesta de incorporación de Ucrania y Georgia.”

Como podemos observar, la OTAN ha pasado de ser una organización defensiva a un ariete de la política exterior de EEUU, lo que es lo mismo que decir un ejecutor de los planes geoestratégicos del Globalismo internacional, amo y señor de la mayor parte de los gobiernos títeres del mundo occidental, con EEUU a la cabeza.

Rusia, por su parte, como nos cuenta el geoestratega chino Lanxin Xiang, aplicando el “Equilibrio Westfaliano”, pugna por frenar la expansión occidental mediante la consolidación de Estados “tapón” neutrales que impidan “que le pongan artillería en sus fronteras y anulen su capacidad de defensa”. Principio, el del “Equilibrio Westfaliano” que ya aplicó EEUU en 1962 cuando tras tensas negociaciones consiguió la retirada de los misiles que la URSS había instalado en Cuba, incidente conocido como “La crisis de los misiles” que a punto estuvo de provocar una guerra de incalculables consecuencias.

Respecto a las causas más cercanas de la invasión, así nos lo cuenta Fernando Del Pino Calvo-Sotelo:

“En 2014 el presidente ucraniano Viktor Yanukovich, democráticamente elegido en unas elecciones supervisadas por la OSCE, decidió no firmar un acuerdo comercial con la UE cuya letra pequeña comprometía a adherirse a las políticas “militares y de seguridad” de la UE. Lo hizo bajo presión de Rusia, cuya contraoferta incluía un amplio paquete de ayuda económica. De la noche a la mañana surgió la “Revolución del Maidan”, un golpe de Estado probablemente instigado y apoyado por EEUU, como reconoce hasta el Cato Institute. El presidente ucraniano se vio obligado a huir del país y se convocaron nuevas elecciones, de las que salió un nuevo gobierno, cómo no, proamericano. Esto provocó la cronificación del conflicto civil en el Este de Ucrania y la incruenta anexión rusa de Crimea (sede de la base naval rusa de Sebastopol), lo que dio lugar a sanciones económicas occidentales que aún perduran a pesar de que, según el Prof. Mearsheimer, de la Universidad de Chicago y un referente mundial en Relaciones Internacionales, “fueron los EEUU los que provocaron esta crisis”. No conviene olvidar que Crimea es rusófila, pues perteneció a Rusia desde finales del s. XVIII hasta 1954, cuando el líder soviético Kruschev decidió traspasarla a Ucrania. Y recordemos que, a pesar de ser la nación más extensa del planeta, el único acceso de Rusia a mares cálidos – sus otros dos accesos al mar son un estrecho acceso al Báltico y otro al Mar del Japón y el de Ojotsk- es a través del Mar Negro hacia el Mediterráneo, y que Sebastopol es una importantísima base naval rusa desde hace 250 años, enclave que por su importancia estratégica ya fue objeto de una guerra a mediados del s. XIX (novelada, por cierto, por el gran Tosltói).

En 2019, el gobierno ucraniano (o sea, EEUU) dio un nuevo paso hacia la provocación cuando su Parlamento modificó la Constitución sin referéndum previo para incluir el objetivo de entrar en la OTAN.

A finales del 2021 la última propuesta de Rusia para evitar un enfrentamiento fracasó de modo previsible al no atenderse ninguna de sus “líneas rojas”; probablemente no fuera más que un trámite cuando ya tenía planeada la acción militar.

Para Ucrania, la probabilidad real de acceder a la UE (por su pobreza y corrupción) y a la OTAN (por sus problemas territoriales y porque exigiría la decisión unánime de sus miembros) parece ser baja. Por ello, algunos tildan de paranoico el miedo ruso a que una Ucrania envalentonada, rearmada y en la OTAN intente retomar Crimea (y Sebastopol) arriesgándose a un conflicto entre potencias nucleares. Otros tildan las razones rusas de mera coartada para alcanzar otros objetivos. Sin embargo, habría sido fácil aceptar una moratoria de una década en nuevas adhesiones a la OTAN para comprobar la buena fe rusa. No se hizo.

Finalmente, cabe preguntarse si la incorporación de una inestable Ucrania mejoraría o empeoraría la seguridad de los actuales miembros de la OTAN. ¿Aumentaría o disminuiría el riesgo de entrar en conflicto? ¿En qué mejora la incorporación de Ucrania la seguridad de España – país, por cierto, al que la OTAN no cubre la defensa de sus ciudades fronterizas de Ceuta y Melilla, precisamente donde está más expuesta a una agresión externa? Las relaciones internacionales nunca se basan en la amistad ni en la defensa de altos ideales, sino en un quid pro quo, esto es, en el interés recíproco, salvo, claro está, cuando la relación es de sumisión. Es evidente que éste es el caso de España respecto de Europa y de Europa respecto de EEUU.”

Hasta aquí las causas, excusas y justificaciones de una invasión absolutamente evitable. Cabe recordar una vez más, para arrojar algo más de luz sobre la brillante exposición del Sr. Del Pino, que cuando hablamos de EEUU/OTAN/UE estamos realmente hablando del poder que, a la sombra, dirige sus pasos, el “Deep State” que opera al  servicio de los intereses del Globalismo Internacional, no de los pueblos a los que las aludidas Instituciones teóricamente representan. La invasión podría haber sido evitada si se hubiera acordado una situación de equilibrio, conveniente a todas las partes implicadas, que pasaba necesariamente por garantizar la neutralidad de Ucrania. Las peticiones rusas en cuanto a dicha neutralidad eran, en palabras del ex embajador de los EEUU en Rusia, Jack F. Matlock, “sumamente razonables”, y esta crisis ha sido, según él, “evitable, predecible e intencionadamente provocada”. Porque efectivamente una cosa es poder y otra muy distinta querer. Sirvan los dos años de “pandemia” como ejemplo. Esta misma mañana, con el cinismo que les caracteriza, los medios lanzaban un mensaje de esperanza al proclamar que las negociaciones para la paz avanzan a buen ritmo una vez que se ha fijado la neutralidad de Ucrania como requisito indispensable, y asumible, para alcanzar un alto el fuego. Cuando el daño ya está hecho se puede asumir lo que, de haberse asumido antes, hubiera evitado la guerra. Así funcionan estos desalmados.

El globalismo, cual experimentado matador, ha enseñado el capote a Rusia durante años, mientras seducía a Ucrania para, finalmente, abandonarla a su suerte cuando Putin, cual temperamental toro bravo, ha entrado al trapo con furia desmedida.

Todos perdemos, el Globalismo gana.

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