“Que la vacunación pasa a ser obligatoria para todo el personal que trabaje en el sector sanitario o
asistencial. Tienen hasta el 15 de
septiembre. Luego serán
sancionados si no lo han hecho (esta es su LIBERTAD).
Para convencer al
resto de la población de que se vacunen, la estrategia es algo más sutil (Visto
lo que viene a continuación, el periodista que tal escribe no parece tener muy claro
el concepto de sutileza). A partir de la semana que viene el
Pasaporte sanitario será imprescindible para acceder a todo evento que
reúna a más de 50 personas. Hasta ahora, lo era para reuniones que superaran
las mil personas. Y desde el 1 de agosto para
acceder a centros comerciales, bares, cafés y restaurantes así como a las
residencias de ancianos, clínicas y hospitales (o sea, si te pones
enfermo o sufres un accidente y no estás vacunado, te dejarán morir en la
puerta del hospital).También trenes, buses y aviones de largo recorrido (de
viajar a ver a parientes o amigos, o por negocios, o por placer, a olvidarse).
Macron fue claro. En lugar de restricciones para todos,
restricciones para los no
vacunados (esto es su IGUALDAD).
El presidente apeló al civismo y la madurez (¿?) pero dejó claro que si la persuasión no funciona, se planteará
hacer obligatoria la vacunación para todos. ¿Cuándo? En otoño. "Nueve
millones de dosis os esperan" afirmó el jefe del Estado que apeló a la
ciencia y recordó que Francia es la patria de Pasteur.
El pase sanitario
indica si uno está vacunado o si acaba de dar negativo en un test PCR. Y para
empujar a sus conciudadanos a vacunarse, los test PCR dejarán de ser gratuitos a partir de
octubre. Se trata de hacer pasar por el
aro de la vacuna a los recalcitrantes (declaración que, sin duda,
favorecerá las relaciones FRATERNALES) que prefieren hacerse un test tras
otro. De momento, los extranjeros ya tienen que pagar los test, 45 euros,
puesto que en el resto de países de la UE son de pago.
¿Tan grave es la situación epidémica en Francia? No. Pero Macron prefiere intervenir antes.
Mejor ahora, cuando los contagios empiezan a subir que en otoño cuando pueden
dispararse. Y, desde luego, utilizar el avance de la variante Delta (el maravilloso y oportunísimo mundo de las
variantes) para dar un empujón a la campaña de vacunación.
La tasa de incidencia está en 25 por 100.000 (que con esta tasa se trate de
justificar esta desvergüenza arroja no pocas dudas sobre las verdaderas
intenciones de estos tiranizados gobiernos títeres occidentales, con Francia a
la cabeza). En cuatro departamentos supera el 50, nivel de alerta: París, Alpes y los dos departamentos de los Pirineos que
limitan con Cataluña y el País Vasco. Si la tasa alcanza los 200 casos, los
prefectos, delegados del gobierno, pueden adoptar toques de queda. Es el caso
de Martinica y la Reunión.
El gobierno aprobará
la próxima semana en consejo de ministros un proyecto de ley para convertir
en obligatoria la vacunación contra el covid. La verdad, es incomprensible
esta resistencia cuando desde 2005 están obligados a vacunarse contra la
hepatitis B (tal vez sea, y no creo arriesgarme mucho con mi apreciación,
porque la vacuna contra la hepatitis B ha sido probada en forma y plazo para
ofrecer todas las garantías que las vacunas contra el covid no ofrecen). El
texto será votado en la Asamblea Nacional antes de que acabe julio. Macron no
tiene problema de apoyo. No sólo cuenta con sus diputados y sus aliados
centristas sino con la derecha clásica y los socialistas. En cambio, los extremistas de derecha, Marine Le Pen, y de Izquierda, Jean Luc Mélenchon, se oponen a la obligatoriedad por razones
que rayan en lo conspiranoico (argumento de los que no tienen argumento.
Si discrepas del todopoderoso gobierno, tiro de adjetivación, te cuelgo la
etiqueta de despreciable conspiranoico, y caso resuelto. Porque, a ver si os
enteráis de una vez, la libertad de pensamiento ya es cosa del pasado y no
tiene cabida en este régimen global donde el pensamiento único no es una opción)”.
Lo indicado en este artículo de “El Mundo”, donde me he permitido introducir algunas reflexiones (entre paréntesis y subrayadas), es gravísimo, ya que justifica e institucionaliza un trato discriminatorio de manual y supone un ataque burdo y directo contra el libre albedrío, lo que debería despertar no pocas conciencias y precipitar una contundente y fulminante reacción.
El pasado 3 de junio en mi artículo “Pasaporte Covid”, http://pellejudoscorner.blogspot.com/2021/06/pasaporte-covid.html ya abordé esta cuestión y, con lo ocurrido y lamentablemente, lo allí escrito cobra hoy plena actualidad.
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