sábado, 27 de septiembre de 2014

Historia de un parado - De los pequeños placeres que ahora lo son menos

Cuando se tiene la vida resuelta o, al menos, bien encarrilada, se ve salpicada por pequeños momentos placenteros que contrarrestan el tedio que habitualmente rige la vida diaria.

El disfrute de esos momentos es de vital importancia, ya que da sentido a la vida.

Cuando se torna problemática, inestable y de futuro incierto, dichos momentos no son, en absoluto, disfrutados de la misma manera.

Antes, es que te lo habías ganado. Ahora, tal y como me apuntaba Soco, un buen amigo y también víctima del desempleo, da cargo de conciencia el mero hecho de pensar en ellos.

Es inevitable, al menos en mi caso, el que se vean salpicados por pensamientos que son, como los rayos, fugaces pero enormemente destructivos. Te recuerdan tu situación y relativizan el poder balsámico de tan deseados momentos.

Tomar una cerveza, un café, salir al cine, al teatro, a cenar, de excursión o hacer un viaje eran el justo premio al esfuerzo y al trabajo, desarrollados día tras día. Ahora, pese a que te repites una y otra vez que no eres responsable de tu situación, no puedes disfrutar de ello sin la presencia implacable de un malestar difícil de definir pero muy real. Así se las gasta nuestra conciencia.

Espero que esto sólo sea una etapa a superar, y que los pequeños placeres que me pueda permitir en la vida, aun siendo pocos, sean plenamente disfrutados. 

Difícil tarea la de conseguir el equilibrio emocional necesario. En modo alguno imposible. Es el momento de apoyarse en la gente que nos quiere para disfrutarlos. Es necesario y en modo alguno inmerecido. No deja de ser una batalla dentro de esta guerra que se antoja larga y cruenta, pero que de ninguna manera voy a dar por perdida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario