Con 52 años y después de toda una vida trabajando, el mundo
ordenado al que me había acostumbrado se ha desmoronado. La estabilidad se ha
convertido en incertidumbre y asusta. Me han arrojado a los temibles brazos del
desempleo. Nada volverá a ser igual.
Pellejudo´s corner es el diván del psicólogo, la válvula de
escape a mis preocupaciones, anhelos y opiniones, el torniquete que impide que
el veneno se extienda. Es el uso de la escritura como terapia.
El nombre, un guiño a una película de culto que marcó un
antes y un después en el cine de ciencia-ficción, que me resultó tremendamente
impactante cuando se estrenó y que, aún hoy en día y después de decenas de visionados, me sigue
emocionando. Muchos habréis adivinado que se trata de Blade Runner dirigida por
Ridley Scott y estrenada en 1982.
“Pellejudos” era como llamaban despectivamente a los “replicantes”,
humanos artificiales fabricados con ingeniería genética, los policías
encargados de “retirarlos”, matarlos eufemísticamente hablando, una vez habían
sido declarados ilegales en la Tierra.
Como los replicantes, todos tenemos fecha de caducidad. Como
a ellos, parece que se empeñan en acortárnosla. Pellejudos, por tanto, somos un
poco todos y no cuesta nada imaginar que los que transitan las esferas del
poder usen de la forma despectiva para señalarnos. Malsonante, pero pegadiza.
Un algo de provocación y un mucho de reivindicación. No siempre los
destinatarios del desprecio son despreciables. A veces, los que desprecian son
los que realmente lo son.
Sometido quedo, pues, a la terapia. Espero que me den de
alta pronto. Y si no es así, que por haberlo intentado no quede.
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