miércoles, 27 de octubre de 2021

De la hipocresía y la nueva segregación

Después de confinamientos, mascarillas, distancia social, geles, cierres perimetrales, aforos, vacunas y otras lindezas, no es de extrañar que pretendan poner la guinda marcándonos como al ganado.

La marca no es otra que el “pasaporte sanitario” también llamado “green pass” por aquello de la asociación infantiloide que relaciona lo verde con lo bueno.

Hay países, como Australia e Italia, que ya han instaurado la aberrante obligatoriedad de este carnet para poder vivir. Sí, he dicho bien, para poder vivir. Porque declarar que la vacunación no es obligatoria para, a continuación, establecer como necesario e imprescindible tener al día el dichoso pasaporte para, por ejemplo, poder trabajar, es terrorismo de Estado.

Es, de hecho, establecer un “apartheid” creando ciudadanos de primera y de segunda, y condenando a estos últimos a vivir en unas condiciones que progresivamente harán de ellos una especie de leprosos del siglo XXI.

No es de extrañar que muchos Estados occidentales, vasallos de poderes supranacionales carentes de escrúpulos y de moral, se presten a este cruel sinsentido, a esta discriminación de libro, a este insulto al libre albedrío y a la libertad de elección. Quién paga manda, y ellos obedecen. Execrable sumisión que está aniquilando la salud y la identidad de sus pueblos.

Sí, en cambio, llama la atención la actitud de una mayoría cobarde e hipócrita de la población de los países donde ya se ha instaurado, el dichoso pasaporte, o donde se pretende instaurar. Esta mayoría de ciudadanos “ejemplares” y obedientes no ha dudado en dejar con el culo al aire a aquellos de sus compatriotas que se han mojado protestando contra la injusta segregación de los que han optado por no vacunarse decidiendo libremente sobre algo que afecta a sus propios cuerpos y haciendo uso de su derecho a elegir. 

Hipocresía, en fin, de una amplia masa social que increíblemente no ve contradicción alguna en defender al mismo tiempo lo de "para abortar mi cuerpo es mío y yo decido" y lo de "para vacunarse mi cuerpo no es mío, es del Estado y de la sociedad y es ella quién decide". 

Estos ciudadanos, que se rasgan las vestiduras cuando les hablan del Apartheid sudafricano, no tienen problema alguno en aceptar que se discrimine a conciudadanos cuyo único delito es haber elegido no vacunarse. Es más, muchos de ellos apoyan abiertamente tal medida. ¿Hipocresía? Parece que sí. ¿Amoralidad? También.

Pues bien, os lo voy a decir alto y claro, lo que deberíais hacer es apoyar activamente a los que se oponen al “green pass” porque, más allá de cuál haya sido la elección de cada uno, vacuna si o vacuna no, la discriminación que provoca el susodicho documento es repugnante, contraria a los derechos fundamentales de las personas y sienta las bases para un control total del Estado sobre el individuo, para una suspensión permanente de la libertad y para una eficaz y férrea esclavización de la población.

Porque esto no es una lucha de ideologías ni de lealtades. Esto es una lucha por la libertad individual. Por la dignidad y el honor de las personas. Y en esa lucha estamos todos, vacunados y no vacunados, artificiosamente enfrentados gracias a las malas artes de un Estado que no vela por nuestros intereses y que no nos respeta como individuos libres e independientes.

No os alineéis con el mal. No os creáis que las prebendas del “green pass” van a saliros gratis. Una vez aceptado, a renovarlo. Con la tercera, la cuarta, las infinitas dosis…con la delación del vecino…con lo que se te ordene…si no obedeces, no pasas, no renuevas, no eres buen ciudadano...tu destino, la leprosería. No seas tonto, obedece, sé fiel y serás feliz. No tendrás nada, ni el derecho a decidir sobre tu estilo de vida, pero serás feliz. Eso te contarán. ¿Veis de qué va esto?

Obrad en consecuencia. Reconciliaos con vuestros congéneres. Luchad por vuestra independencia y por vuestra libertad. Luchad por la independencia y por la libertad de todos. No hay otro camino. La alternativa, la deshumanización, la alienación, la esclavitud. Vosotros elegís. Dios quiera que bien.

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