martes, 11 de mayo de 2021

El miedo es libre

Otra mierda de frase que, a modo de incontestable axioma, repite la gente hasta la saciedad.

Razonamiento que pretende legitimar un sentimiento, el miedo, en base a la libertad de elección que el individuo cree ejercer a la hora de tenerlo. Curioso, por tanto, que sus valedores consideren que el no tenerlo no es opción.

Lo que yo elijo, dicen, tengo la libertad de elegirlo. Lo que tú eliges, como no coincide con lo que yo he elegido, pues va a ser que no.

Doble error el de estos campeones del razonamiento inducido. Primero por no respetar la elección de los demás, aun siendo contraria a sus preferencias, lo que automáticamente y en justa reciprocidad convierte sus opiniones en poco o nada respetables. Segundo, por considerar que el miedo se elige, cuando hasta el más necio sabe que el miedo simplemente se tiene o no se tiene.

No queráis, pues, hacer de vuestro defecto, virtud.

La prudencia es virtud. El miedo, no.

Tan sencillo como eso. Tanto miedo y tan mal gestionado os hace, queridos amigos, vulnerables, inseguros, irracionales e infelices, lo que es digno de lástima. En otros muchos casos, y lo que es peor, os vuelve envidiosos, rencorosos, intransigentes, egoístas y profundamente injustos, tal y como al Estado le gusta. En este caso, la lástima está de más.

Coartadas mentales, inducidas por el todopoderoso Estado a través del terrorismo informativo y con la finalidad de fijar el punto de mira en el disidente, no les van a faltar a estos apóstatas del pensamiento independiente, de la lógica y del sentido común. Trajes a medida de las masas rendidas y cómplices, por acción u omisión, de la destrucción de nuestra civilización. Eslóganes que a modo de machacones mantras perforan sus cerebros, ya bastante mermados, y que no son más que estomagantes y nauseabundas excusas para defender el pensamiento único, ese que está a años luz de la libertad.

Observamos este proceder día tras día, cuando en los prostituidos noticiarios televisivos nos muestran una selección de individuos, llamativamente uniformes en su razonar, defendiendo confinamientos, mascarillas, toques de queda y cierres perimetrales hasta el infinito, tanto en lo restrictivo como en lo temporal, supongo que porque tendrán miedo. O porque tienen pocas luces. O porque defienden inconfesables intereses. O por todo a la vez.

Con decir la frasecita “El miedo es libre” asunto resuelto.

Pues dejarme deciros una cosita. Vuestro miedo no afecta única y exclusivamente a vuestras vidas, ya que es utilizado por las autoridades para restringir la libertad de todos, también de los que no lo tenemos, máxime cuando vuestro proceder avala la idea, hábilmente introducida por el Estado, de que el no tenerlo es característico de seres peligrosos y asociales responsables al cien por cien de la situación y para los que todo castigo es poco. Demostráis con ello muy poca inteligencia y una escasísima humanidad. No sois, siento decirlo, más que un puñado de ignorantes egoístas que queréis para los demás la misma vida infeliz y miserable que, por culpa del miedo, caracteriza vuestra existencia. En lugar de luchar por vencer al miedo, lo que activaría sentimientos de solidaridad y comprensión, pretendéis que todos lo sintamos, lo que nos provoca indignación. El mal de muchos, consuelo de tontos. Exactamente lo que quiere el Estado. Justamente contra lo que hay que luchar.

Por lo que a mí respecta, podéis seguir practicando esa fe ciega en un Estado que no os afloja la correa ni después de vacunaros, y siempre podréis, indefensos y asustados ante un hipotético relajo en las medidas “preventivas” impuestas, encerraros en vuestras casas o mantener vuestro rostro protegido con una mascarilla de por vida. La voluntariedad es lo que tiene, que os permite ser tremendamente restrictivos … con vosotros mismos, aunque tal vez así ya no os resulte tan estimulante.

Eso sí, a mí me dejáis en paz. Que mi vida, como es mía, la gestiono yo. Aunque esto, tal vez, tampoco os cause placer.

Recordad, en fin, que por mucho que repitáis la dichosa e inconsistente frasecita, el miedo no os hace libres sino esclavos. Podéis asumir dicha condición o luchar para cambiarla.

jueves, 6 de mayo de 2021

Y ahora, ¿Qué?

Pues mucho me temo que más de lo mismo.

Hemos asistido expectantes al número circense al que denominan “La fiesta de la democracia”, ese en el que muchos ponen un papel en una urna pensando que dicho papel es de una importancia vital para el buen funcionamiento institucional.

Ha sido, esta vez, en la Comunidad de Madrid, donde una señora ha ganado prometiéndonos, una y otra vez, que ella y sólo ella podía garantizarnos la libertad, esa libertad que hemos visto cruelmente pisoteada con la coartada pandémica.

Siniestros, es cierto, eran sus adversarios. Clones del poder central y, como tales, ávidos de continuar con el Estado de Terror impuesto por aquel. Su debacle, un pequeño respiro.

Inquietante, no obstante, resulta constatar a qué partido sirve esta Juana de Arco de pacotilla. Un partido que lleva años caracterizándose, como casi todos los que participan en este show mal llamado Democracia, por ser tan servil a sus amos como los que ahora ostentan el poder y lo evidencian sin disimulo alguno.

Bochornosas escenas parlamentarias donde escenifican un falso antagonismo, a pocos pueden ya engañar, sobre todo teniendo en cuenta que a la hora de la verdad siempre se ponen de acuerdo en aprobar todo tipo de disposiciones, despropósitos diría yo, que benefician a unos pocos a costa de machacarnos a muchos.

Yo creo, que lo de la Sra. Ayuso es una cuestión de conciencia. Bajo su declarado cristianismo y sabedora de que, según su doctrina, puede eludir la justicia humana pero nunca la divina, intenta ser justa en la medida en que la dejan, que supongo será poco.

Por eso sería bueno que recordara que no cumplir las promesas dadas no deja de ser un pecado que merece ser castigado.

Libertad, es lo que nos ha prometido. Y es lo que quiero. Y lo quiero ya. No me vale a estas alturas que nos siga encerrando en nuestras casas, en nuestros barrios o en nuestras ciudades. No me vale que me mande a casa en horario infantil. No vale que me discrimine obligándome a llevar un carnet de vacunación. No me vale salir a la calle con la cara tapada con una mascarilla. Todo eso no es libertad. Ya no cuela, después de un año de falsa pandemia, seguir con la excusa de la salud pública. La Sra. Ayuso y su equipo de incondicionales tienen los datos, los conocimientos y el acceso a fuentes que les permiten saber lo que de verdad está pasando, y continuar, como siguen haciendo, pidiendo instrumentos para poder someter al pueblo a vejatorias privaciones de libertad invalida el eslogan de su campaña electoral.

No sea hipócrita, Sra. Ayuso, y tenga un gesto para demostrar su buena fe. De lo contrario, en poco se diferenciaría de los enemigos a los que ha derrotado en las urnas.

Podría ser, el gesto, cambiar de obligatorio a voluntario el uso de mascarilla en exteriores, inútil desde el punto de vista sanitario como usted muy bien sabe. A lo mejor así nos creemos que en breve vamos a recuperar esa libertad, plena y sin condiciones, que nos ha prometido.

Y si no es así, espero que Dios, su Dios, se lo haga pagar.