Ya escribí en http://pellejudoscorner.blogspot.com/2020/06/como-perros-con-bozal.html
sobre la mascarilla y su razón de ser.
Entonces eran los todopoderosos dirigentes del Estado
Central. Ahora esos reyezuelos de taifas, mandamases de cuestionables territorios
llamados autonomías, los que siguiendo la estela marcada por aquellos se
dedican a legislar a golpe de decreto todas y cada una de las sandeces que, sin
criterio científico alguno, pergeñan en sus lujosos cubículos para humillación
y escarnio de sus ciudadanos.
Desoyendo de forma despótica y arrogante las advertencias de
expertos sin comillas que se mojan de verdad, imponen a sus poblaciones medidas
absurdas y desproporcionadas, de las que la mascarilla obligatoria al aire
libre es la más visible, que sólo sirven a un propósito que no es otro que la
reafirmación de su recién incrementado poder.
Es por nuestro bien, por respeto y por responsabilidad. Con
gilipolleces de este estilo justifican sus tropelías, apoyadas siempre por una
maquinaria represora y sancionadora a la que el adjetivo dictatorial se le
queda corto.
Infinidad de médicos y epidemiólogos no alienados con el
poder y varios informes de la OMS, a la que de vez en cuando se le escapan algunas
verdades, han advertido sobre la escasísima utilidad del uso generalizado de la
mascarilla en exteriores, a la vez que han alertado sobre las nefastas
consecuencias que para la salud esa práctica provoca.
Pero nuestros aprendices de monarcas absolutos, nuestros
tiranos de república bananera, nuestros reyezuelos tribales, nuestros
presidentes autonómicos, sean del partido que sean, se han embarcado en una
frenética carrera para, decreto va, decreto viene, contentar a las masas
aterrorizadas por los medios generalistas y cuya nula reacción ante la
humillación ya ha sido suficientemente probada por el Estado Central.
Porque estos señores, politicastros de todos los colores, sólo
piensan en contentar a sus futuros votantes, legislando para la mayoría, tenga
o no tenga razón en sus temores y sea o no beneficioso para sus intereses. Hay
que contentar a las moscas que bien es sabido que acuden por miles a la mierda,
lo que no significa que la mierda sea buena.
Una política de cobardes e interesados que, por cierto, no dejan de cobrar sus
sueldos. Una política muy alejada de la búsqueda del equilibrio social, del
bien común y de la eliminación de la pandemia, a la que ya algunos llaman
PLANdemia.
Sigamos pues felices con nuestro bozal bien apretado,
viviendo en los mundos de yupi mientras el mundo a nuestro alrededor se
desmorona. Abracemos con alegría una sociedad de esclavistas y esclavos, de
carceleros y reos, de represores y reprimidos, de acaudalados y miserables, de ventajistas y oprimidos. Porque
sumiso se es más feliz.
Yo, desgraciado de mí, temo más a ese nuevo orden mundial
que barrunto que a la propia muerte. Y no sé vivir sin luchar. El camino,
fatalmente, lo tengo marcado.
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