Decisión visceral que originó una serie de artículos, numerosos ya, que, agrupados bajo la etiqueta “Crónicas coronavíricas”, han sido el instrumento del que me he servido para dar a conocer mi postura ante los gravísimos y sucesivos acontecimientos, nada buenos diría yo, que bajo el pretexto “del Covid” han provocado no poco sufrimiento, han socavado los cimientos sobre los que se sustentaba nuestra forma de vida y han prácticamente aniquilado nuestra libertad individual.
En todo este tiempo, desde aquel marzo fatídico del 2020, he escrito de todo y sobre todo. Era y es mi deber, más allá de cualquier otra consideración. Estamos en guerra, aunque muchos no lo crean, y la palabra es la única arma de la que disponemos algunos. El lector interesado puede entretenerse deambulando por el blog donde descubrirá un sinfín de reflexiones acerca de los acontecimientos acaecidos y de las circunstancias que han rodeado tan desigual lucha.
No pocos amigos, que han resultado no serlo, han quedado por el camino. Por doctrinarios e intolerantes. Por deshonestos e irrespetuosos. Por señalar. Peaje de tiempos convulsos.
A día de hoy, parece vislumbrarse el final de esta pandemia en base a las señales que los plutócratas que la han orquestado nos deslizan, como el que no quiere la cosa, a través de sus lacayos de los medios de comunicación. Ha sido tal el éxito obtenido con este experimento pandémico que parece lógico pensar que recojan velas hasta la próxima crisis (sanitaria, económica, tecnológica o de cualquier otro tipo) que podrán generar cuando lo consideren oportuno y sin apenas oposición por parte del pueblo que, sometido a una brutal tiranía política y social hábilmente disfrazada de crisis sanitaria, se ha mostrado hasta el momento resignado y sumiso y ha demostrado comportamientos alejados de la sensatez (como por ejemplo lo de aferrarse a la mascarilla, incluso en exteriores, amor incondicional que a estas alturas resulta grotesco).
Es por eso que este “final” parece una retirada estratégica, probablemente ideada para, con renovadas fuerzas, asestarnos el golpe final. Para ello, van sembrando el panorama con cargas de profundidad que socavarán la soberanía nacional y allanarán el camino para la instauración del, por ellos tan deseado, Gobierno Mundial.
Veamos.
Control económico: El episodio de la congelación de Fondos Europeos a Hungría y a Polonia es un buen ejemplo de este control. Fondos más necesarios que nunca debido a la monumental crisis económica creada o agudizada por la Pandemia en la mayor parte de los países miembros, con un endeudamiento astronómico y una inflación galopante, y para cuya recepción se fuerza a todos y cada uno de ellos a adoptar posturas ideológicas que en algunos casos resultan contrarias a su identidad nacional, lo que equivale a decir a sus creencias y a sus tradiciones. Obligando, en fin, a la adopción por parte de todos de una ideología, “Estado de Derecho” la llaman, que esconde, más bien poco, la ya conocida agenda globalista 2030 y que no hace otra cosa que destruir la diversidad cultural de los pueblos. En definitiva, se chantajea a los países miembros para adherirse al pensamiento único que el Globalismo ha impuesto, a su vez, a la Unión Europea, desligando la obtención de fondos del cumplimiento de objetivos puramente económicos, como siempre ha sido y como debería seguir siendo.
Control Sanitario: Nuevamente, La Unión Europea de la Von der Layen y sus secuaces, mueve ficha para cerrar un acuerdo vinculante con la OMS para “hacerla más transparente, independiente, poderosa y eficiente”, lo que en la práctica significa poner en manos privadas el destino sanitario de los habitantes de todos los países miembros, que quedarían obligados a adoptar como propias las decisiones de este organismo Muy bonito todo si no fuera por el hecho de que la OMS es una organización financiada por las aportaciones de los países miembros y de fundaciones privadas como por ejemplo la Bill y Melinda Gates Foundation que es la segunda donante en importancia sólo por detrás de los Estados Unidos de América. Con este panorama no debe sorprendernos que los Gates, con evidentísimo conflicto de intereses por su participación en Pfizer, hayan orquestado desde su controlada OMS la imposición, casi a punta de pistola, de una mal llamada “vacuna Covid” a nivel mundial. Y dicho esto, tampoco debería sorprendernos que de cerrarse el acuerdo UE-OMS, esta organización privada, no electa y hábilmente camuflada como organismo semioficial, dirigirá nuestra salud para servir a los intereses de sus amos. Decidirán sobre alimentos, sustancias y medicamentos. Prohibirán unos y nos obligarán a tomar otros. Tendrán el control de nuestro cuerpo, de nuestras vidas, y el poder de limitar la libertad individual y de castigar al disidente, sin la intervención de los gobernantes, electos, muchos de ellos vasallos y corruptos, pero electos, de los países miembros.
Control político y social: El globalismo tiene sus títeres. Unos más fieles que otros. Algunos más crueles que sus mentores. Todos escoria. Entre los pueblos más traicionados por sus dirigentes tenemos a franceses, italianos, australianos y canadienses. Y los españoles vamos detrás. No ha salido en la tele, pero durante varias semanas millones de canadienses han bloqueado la capital y varios puntos estratégicos del país, en una protesta que comenzó en enero, cuando un convoy se dirigió a Ottawa para oponerse al mandato de vacunación obligatoria que afecta a los camioneros que cruzan la frontera entre Estados Unidos y Canadá, y que se convirtió en un movimiento más amplio de oposición a las restricciones por la pandemia y al gobierno de Justin Trudeau, con concentraciones de apoyo en todo el país. Pues bien, el vasallo globalista y tirano por convicción de Trudeau, activó una ley de emergencias que le otorgó poderes extraordinarios para por ejemplo incautar camiones, gasolina y cuentas corrientes de los manifestantes, pudiendo asimismo procesar a las personas que se sumaran al bloqueo, imponiéndoles penas de cárcel, multas y retirada de licencias de conducción. Los agentes desalojaron a los manifestantes, pacíficos e indignados como los del 15-M en la Puerta del Sol, con gas pimienta, granadas aturdidoras y porras.Todo muy democrático. Por cierto, un inciso, ¿Alguien ha visto a los antisistema?. Ya me parecía. Continúo. En España, Su Sanchidaz pretende colar, con nocturnidad y alevosía, la muy perniciosa Ley de Seguridad Nacional que le permitirá, si no lo remediamos, hacer algo similar a lo del Trudeau en Canadá. A saber, declarar una especie de Estado de Excepción, sin necesidad de respaldo parlamentario, que le permitirá ordenar la incautación de toda clase de bienes sea cual sea su titularidad y le facultará para obligar a cualquier persona a prestar los servicios que le sean requeridos. O sea, barra libre. Aberración distópica que nos dejaría con el culo al aire y mirando a Cuenca. Quien no vea el peligro, debe de estar muerto.
Y mientras nos la cuelan, pues que si Casado y Ayuso, que si Rusia y Ucrania. Pues eso.